Vuelta España 2019: Las claves del recorrido

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En general, los comentarios sobre el recorrido de la Vuelta a España 2019 están siendo positivos. Hay buenas sensaciones y parece que, en general, se celebra la decisión de abrir un poco de paso a los puertos largos en lugar de tanto muro de rampas imposibles.

Tal vez hubiese cierto empacho ya de una fórmula que ha funcionado en audiencias según Unipublic, pero tanto al ciclista como al aficionado de siempre le resultaba reiterativa hasta el extremo. Incluso, en las últimas ediciones, casi parecía que hasta la secuencia de etapas era similar. Todo eso ha cambiado esta vez. Pero, ¿cuáles son las claves de este trazado? Habrá que verlo semana a semana.

Una CRE, tres sprints, un muro y dos puertos

Los corredores coinciden en que la crono por equipos de Torrevieja puede abrir más huecos de lo que en un principio parecería. «Son kilómetros, y si es urbana y técnica… cuidado», decía un ciclista al término de la presentación. Después hay tres días donde la opción de un sprint es bastante plausible -otra cosa es lo numeroso que sea el pelotón en esas llegadas- y hay que esperar hasta el quinto día para ver montaña.

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Y una montaña distinta. Al estilo del día de La Covatilla, aunque en este caso no parece haber ningún puerto puntuable antes de llegar al final, será la subida al Picón del Buitre, donde se sitúa el Observatorio de Javalambre. Una subida de 10 kilómetros al 7% de media. Sin hormigones, sin rampas excesivas. Lo que viene siendo un puerto de más de media hora de esfuerzo.

Más propicia para fugas parece la siguiente jornada que acaba en Ares del Maestrat. Es una jornada accidentada, incluso de media montaña, pero con final en un puerto cortito, tampoco sin locuras de porcentaje. Al estilo de algunos días de la primera semana del Giro. Y el séptimo día, ese final en Mas de la Costa que sí responde al de un muro. Con su hormigón, su 21% de pendiente máxima… Pues eso. Un muro. Eso sí, nada que ver con la típica etapa unipuerto. Aquí hay ‘miga’ en la parte central de la jornada.

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Acaba la semana con el etapón, o la etapita, de alta montaña de la Vuelta. Ya depende de como quiera verlo cada uno. El caso es que son apenas 97 kilómetros, y ahí se notan las influencias del Tour. Pero tampoco hay ningún respiro. Cortal D’Encamps es el final de una etapa que sube Ordino, Gallina, Comella, Engolasters y enlazará con la subida final por un tramo de ‘sterrato’ de unos cuatro kilómetros que más bien parece anecdótico. El pelotón llegará bastante roto esa parte, por lo que no se esperan muchos codazos por la colocación. En cualquier caso, un elemento exótico bien introducido.

Sin respiro de Pau a La Cubilla

Tras el día de descanso, la única crono larga y uno de los principales cambios de la carrera. Normalmente se situaba al inicio de la tercera semana. Esta vez, en el ecuador. Pau acoge una etapa individual de 36,1 kilómetros de recorrido y con un inicio duro que da paso a una segunda parte más favorable. Urdax/Dantxarinea acoge la siguiente etapa con el recuerdo de aquella escapada de 35 minutos en 2016. Y la intención de que no se vuelva a repetir. Un final duro y ratonero.

Luego llega la Vuelta a Euskadi con otra jornada de media montaña de final en Bilbao. El Vivero (3ª) vuelve a hacer acto de presencia y debuta un muro como Arraiz a apenas 20 de meta para romperlo todo. Le siguen Los Machucos por la misma vertiente de 2017, segundo y último puerto de hormigón y +20% en la Vuelta. Al menos, de final. Pero con otros seis pasos puntuables de media montaña en Cantabria, incluidos Asón y Alisas.

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El tríptico asturiano empieza con un sprint en Oviedo y con dos etapas que sí, están bien. Es Asturias y hay montaña. Pero pese a tener dureza en los puertos de transición, también hay demasiados kilómetros de espacio antes del puerto final en ambas etapas. Sobre todo en la del Acebo, que tiene doble paso por el citado puerto además del Connio y el Alto de las Mujeres Muertas. Desde ahí hay 35 kilómetros de bajada hasta Cangas del Narcea, para volver a subir el Acebo ya en meta. Algo parecido, aunque no tanto, ocurre el día de La Cubilla. Las subidas a Marabio y La Cobertoria hacen de paso previo al tendido pero larguísimo puerto astur.

Una vuelta a los clásicos

Y la tercera y última semana es un regreso a los años 90. A la era Perico o los años en que Tony Rominger dominaba la Vuelta. Además de las llegadas en Guadalajara y Toledo -habrá homenaje a Bahamontes-, antes del sprint-homenaje de Madrid habrá otros dos días que tendrán incidencia.

El primero de ellos, decimoctava etapa, un día clásico por la Sierra de Guadarrama. La secuencia de puertos no podría ser ya más añeja: Navacerrada, Morcuera con doble paso y Cotos para bajar finalmente a Becerril de la Sierra. Una etapa parecida a aquella de Cercedilla en la que Tom Dumoulin se dejó la Vuelta 2015 en favor de Fabio Aru.

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Los nombres de Serranillos o Peña Negra también son verdaderos clásicos del ciclismo español en la provincia de Ávila. Sin embargo, en esta etapa se nota cierto aroma a los últimos años del Giro, con etapas  como la de este año del Gavie que -salvando las distancias- concentran en la parte central los puertos largos y duros y dejan un ascenso corto de cara al final. La Plataforma de Gredos -seis kilómetros al 6%-, donde también hay doble paso aunque con Peña Negra entre ambos, será el último juez de la carrera.

En definitiva, montaña como no podría ser de otra manera. Pero la tercera semana queda con sólo dos días para que quienes tengan que recuperar terreno lo hagan sí o sí. Parece que la segunda será la más decisiva, sobre todo por la acumulación de desgaste.

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