Reflexiones de confinamiento: No todo son vatios y números

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Foto: Getty Images / Astana Pro Team

Tengo que mencionar que esta vez hablo desde mi experiencia personal dentro del mundo del ciclismo en los últimos años, expresando una simple reflexión e intentando dar una respuesta a las preguntas que me vengo planteando a mí mismo en los últimos tiempos acerca del ciclismo de competición.

Sin duda como todos sabemos ya, porque lo hemos mencionado en numerosas ocasiones, la potencia es el parámetro ideal para cuantificar la carga e intensidad de nuestro entrenamiento, y muy útil a la hora de programar sesiones específicas o periodos de preparación. La potencia no es más que la cuantificación del esfuerzo mecánico que ejercemos en los pedales de nuestra bicicleta con la finalidad de avanzar, por lo que ofrece una fiabilidad mucho mayor que la frecuencia cardiaca, debido a que no se ve afectada por factores fisiológicos internos como fatiga, estrés, deshidratación, etc. Si no estáis familiarizados con la Potencia os recomiendo leeros este artículo publicado hace algunos meses: Qué es la Potencia y por qué es tan importante.

En los últimos años la democratización de los potenciómetros ha traído consigo que prácticamente todo el mundo tenga acceso a ellos y que la potencia se haya convertido en el factor de referencia a la hora de entrenar y cuantificar la intensidad. Es normal por esto que, desde categorías competitivas como juveniles, sub23, profesionales, master y hasta incluso en ciclistas recreacionales, escuchemos frases como, “he subido este puerto a 350w”, “he mejorado mi FTP 5w”, “he llegado a 1200w de potencia máxima en mi sprint”…

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Foto: Getty Images

Pues bien, llevo algún tiempo dándole vueltas a mi cabeza y me vienen a la mente una serie de preguntas. Algunas de las cuestiones más recurrentes son. ¿Nos hemos vuelto un poco locos con los datos de Potencia en los últimos años? Y a la vez con todas las métricas derivadas que han ido evolucionando a partir de ella. ¿Es en realidad la Potencia el parámetro más importante en el ciclismo de competición? ¿Estamos obviando algún otro parámetro importante al centrarnos casi exclusivamente en los datos de potencia? Mi respuesta y la conclusión a la que llego siempre es, sí y no.

Me explico. Como ya hemos mencionado, la potencia es un gran indicador para entrenar día a día y mejorar nuestro rendimiento fisiológicamente, así como para planificar y ponernos en forma a la hora de llegar a punto y en la mejor forma a las competiciones. La potencia no deja de ser el reflejo de la energía consumida en una duración determinada, y aun siendo un parámetro de cuantificación del esfuerzo a nivel mecánico, refleja muy fielmente lo que fisiológicamente hemos sido y seremos capaces de realizar en una prueba o competición.

Volviendo a las preguntas anteriores que rondan mi mente, creo que estaremos todos de acuerdo que en el ciclismo de competición en todas sus modalidades la premisa principal para ganar a tus rivales es ser más rápido que ellos, por lo que creo que estamos dejando algo de lado la velocidad. Sí, la velocidad. Puede parecer obvio, por ser un factor que siempre ha estado presente en el ciclismo, ya que no es más que la relación entre distancia y tiempo, pero, por ejemplo, si pensamos en ganar una contrarreloj el único requisito que tenemos que cumplir es ser más veloces que nuestro rival, no existe ningún otro parámetro más importante que la velocidad.

Vuelta Andalucía 2020: Fuglsang bate a Bilbao en la segunda etapa:

Da igual si hemos promediado 330w o 350w, 6w/kg o 6,25w/kg, lo que realmente cuenta es llegar al menos unas centésimas de segundo antes que los demás. Lo mismo ocurrirá en un sprint, en el que para vencer debemos ser los más rápidos, los más astutos en la colocación, así como tener muy bien marcada la distancia a la que debemos arrancar el sprint. Y podemos pensar que la potencia está relacionada con la velocidad, y es cierto. Generamos una potencia que nos hace rodar a una determinada velocidad, ¿pero es la potencia siempre fiel reflejo de nuestra velocidad? O, dicho de otra manera, ¿si realizamos más potencia o más potencia relativa a nuestro peso que nuestro rival, seremos más rápidos que él? Pues me temo que a veces sí y muchas otras no.

La conclusión a la que llego con todo esto es que el ciclismo es un deporte en el que el aspecto del rendimiento puramente fisiológico está altamente desarrollado. Desde la irrupción de los pulsómetros en la década de los 80 hasta la llegada de la Potencia y todas las métricas derivadas con las que cuantificamos y medimos las cargas e intensidades, han sido innumerables los estudios e investigaciones llevadas a cabo en el ámbito de la fisiología. Y, por lo tanto somos capaces de planificar, analizar, prescribir y predecir el rendimiento en estos términos, pero creo sinceramente que hemos dejado un poco de lado todo el aspecto técnico del ciclismo, o quizá nunca se le dio la importancia que en realidad tiene.

El ciclismo no es solo rendimiento fisiológico. El ser fisiológicamente más fuerte o tener un “motor” de mayor cilindrada y potencia que tu rival no implica que vayas a ser más rápido y que vayas a vencerle. Si no, siempre ganaría el mejor o el más fuerte. Esto no siempre es así y quizá esta es la condición que hace del ciclismo un deporte tan atractivo.

Astana Pro Team, entrenamiento en Calpe:

Si nos fijamos en deportes como el atletismo, salvando siempre las distancias ya que comparar nunca es fácil, podemos ver cómo para correr los 200 metros, aparte de estar mejorar el rendimiento fisiológico y estar muy bien preparados, los atletas deben pulir técnicamente todos los aspectos como la zancada, la técnica de carrera, correr bien la curva, tener una buena velocidad de reacción, etc. Este trabajo técnico lo llevan a cabo en sesiones de entrenamiento con el único objetivo de mejorar técnicamente un gesto, la salida, la técnica de carrera, etc.

Si nos centramos en el ciclismo, nos encontramos con un deporte realmente técnico, en el que montamos encima de un aparato mecánico, la bicicleta, en el que disponemos de tres puntos de apoyo y con el que rodamos y avanzamos haciendo círculos con nuestros pies. Hablando desde mi experiencia personal primero como ciclista y ahora como técnico, tendría que destacar que nunca, desde que comencé a dar pedales a mediados de los 90, me paré a pensar en hacer sesiones técnicas de entrenamiento, ni tampoco ningún entrenador me las propuso nunca.

Quizá por la dureza de este deporte todo se ha basado siempre en mejorar nuestro rendimiento fisiológico, mejorando nuestra resistencia a la fatiga, nuestro pico de potencia, trabajando en los denominados “umbrales”, así como demás factores. Cuando no teníamos tantos medios ni conocimiento el factor clave era sin duda este, ya que saber sacar el máximo potencial de tus facultades y saber llegar en óptimas condiciones a las competiciones no era sencillo y marcaba el ganar o no ganar.

Foto: Getty Sport / Astana Pro Team

Pero, como hemos mencionado anteriormente, hoy en día casi todo el mundo tiene acceso a un potenciómetro y la gran mayoría de entrenadores están sobradamente preparados para planificar y prescribir entrenamientos que hacen que los ciclistas lleguen en su mejor condición a las competiciones. Esta es sin duda la razón por la que en la actualidad existe un grupo mucho más amplio de ciclistas que optan a la victoria en un final en alto, en un sprint o en una contrarreloj. Vemos como un final en subida un grupo de 10 o 12 ciclistas puede jugarse la victoria cuando hace unos años esto era impensable. Todos saben cómo explotar al máximo sus cualidades.

La reflexión personal que hago de todo esto es la siguiente. Si hoy en día somos capaces de maximizar el rendimiento a nivel fisiológico de cualquier ciclista, haciendo que mejore todo lo posible y sabiendo llevarle al 100% de condición física a las competiciones, ¿por qué olvidamos casi siempre la mejora de la técnica? Sí, es cierto que desde la explosión de la biomecánica en el ciclismo hará unos 10 o 12 años y con la irrupción después de los factores aerodinámicos y de material, cada vez se está incidiendo más en la parte técnica, pero suelen ser eventos o estudios aislados durante la temporada. ¿Por qué rara vez han existido sesiones de entrenamiento técnico periódicas en el ciclismo? Y más teniendo al alcance toda la tecnología de la que disponemos hoy. Pues no sé la respuesta exacta a esta pregunta, pero sí creo que deberían ser un factor muy a tener en cuenta y más si cabe aun a implementar en etapas de formación como infantiles, cadetes y juveniles.

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Foto: Getty Images / Astana Pro Team

En los últimos años he visto grandes diferencias técnicas incluso entre ciclistas profesionales, mala técnica de pedalada, mala colocación, gastos innecesarios de energía (demasiadas arrancadas y frenadas), mala técnica curveando, etc. ¿Porque no se han trabajado específicamente estos aspectos? Y sobre todo desde la base. Como decía antes no se el porqué, pero sí sé que son realmente importantes, se pueden entrenar y se puede mejorar. Y además podemos seguir entrenándolos a largo del tiempo. Nunca esta demás por ejemplo pulir tu técnica de pedaleo con la finalidad de desperdiciar la menor cantidad de energía posible. Sin ir más lejos es un trabajo que estamos llevando a cabo estos días de confinamiento y de rodillo con muchos ciclistas del equipo como Omar Fraile, Luis León Sanchez, Óscar Rodríguez, etc. Nunca es tarde para seguir mejorando.

Os pondré un ejemplo real. El año pasado una de las contrarreloj que disputamos incluía a mitad de recorrido una subida dura de 3km y después una bajada de 3,5km aproximadamente. El líder del equipo debía disputarla a tope y como es habitual un ciclista que tomaba la salida antes hizo la contrarreloj también a tope, con la finalidad de saber si el pacing o los ritmos que marcamos para las diferentes zonas era los correctos, analizar las curvas, tener feedback entre los ciclistas y coger referencias para nuestro líder.

Como es lógico, el líder, mucho más fuerte que el ciclista que salió con anterioridad, lo superó en el tramo de subida en 21 segundos, tramo en cual los dos subieron al máximo de sus capacidades, y en el que el líder como es lógico, con un mejor “motor” lo superó. Pero después en la bajada rápida con curvas enlazadas y técnicas, el líder del equipo cedió 18 segundos con respecto al gregario que había salido antes, todo esto además promediando 60w más que su compañero durante el descenso, ya que salía esprintando de todas las curvas. Cabe destacar también que el líder había inspeccionado el recorrido tres veces frente a una de su compañero. Todo esto no quedó solo en ahí, en una mala técnica en el descenso, sino que el mal gasto de energía que realizó, esprintando para lanzar la bicicleta después de cada curva, provocó que el líder no fuera capaz de mantener la potencia que habíamos marcado para la última fase llana de la prueba, dejándose una media de 20w y entre 10 y 12 segundos en ese último parcial, sobre lo que el realmente podía haber marcado. Este es un ejemplo de que cómo tener un rendimiento fisiológico superior no implica ser más rápido y vencer.

El vídeo resumen de la contrarreloj de la Vuelta a Andalucía 2020:

Ya sabemos que el aspecto fisiológico es de vital importancia, sin un “motor” bien trabajado no vamos a ningún lado, pero no podemos dejar de lado la técnica en un deporte tan técnico, valga la redundancia, como el ciclismo. En todos mis años como ciclista, nunca llegué a plantearme todo esto que escribo, daba por hecho que había que mejorar mis números de potencia para ser mejor ciclista, que con eso estaba todo hecho. Ya hace algunos años que veo las carreras desde fuera, con otra perspectiva, ya sea en casa por la televisión o desde el coche del equipo, y he podido ver como por ejemplo Pello Bilbao les sacaba un segundo en cada curva de una contrarreloj a algunos compañeros, habiendo estudiado el recorrido al detalle y sabiendo cómo trazar cada metro. O he podido comprobar como uno de los líderes ahorraba el máximo de energía posible durante la etapa, pedaleando mucho más eficientemente que el resto, no haciendo arrancadas innecesarias y estando bien colocado en el pelotón, para tener la energía suficiente para arrancar en la zona realmente importante de la carrera.

Es por esto que en los últimos tiempos me he dado cuenta de que en el ciclismo no todo son vatios ni mucho menos y que con todos los ciclistas, pero sobre todo con los más jóvenes, deberíamos trabajar todos y cada uno de los aspectos que engloban la mejora del deportista, ya sea técnica, nutrición, psicología, fisiología, etc.

Os habla un enamorado de los números, que sabe que en el ciclismo todo no son números.

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