Diario del ciclista secreto en la Vuelta: El viento y los nervios

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Foto: A.S.O./Charly Lopez

Burgos, Albacete, Cullera, La Manga del Mar Menor… parecían todos ellos terrenos propicios para los abanicos. Sin embargo, la ola de calor nos deja con el precio de la luz por las nubes y sin energía para destrozar el pelotón. ¿Qué pensamos en el pelotón? Pues voy a ser sincero: la inmensa mayoría estamos felices. Muy felices. Y esperamos que esta calma chica dure algunos días más.

La posible aparición de viento lateral era y es una de las claves de la Vuelta a España. No os exagero cuando os digo que son muchos los líderes de grandes equipos que están corriendo con una tensión increíble durante toda la etapa. Tan increíble como innecesaria, puesto que no hay posibilidad alguna de que el pelotón se rompe si el viento no aparece con un poquito más de intensidad. Sin embargo, es tanta la igualdad de este ciclismo del siglo XXI que todos asumen que si son cazados en un abanico, deben decir adiós a todas sus aspiraciones al podio. Por eso se pasan el día entero en tensión mientras el resto les miramos como si fueran extraterrestres.

¿Hay algún ciclista que disfrute con los abanicos? Sí, sin duda alguna. Para empezar, debe ser un corredor fuerte en ese terreno pero también con un equipo que pueda arroparle. Y, además, debe tener ciertas dudas sobre su fortaleza para ganar la carrera en la alta montaña. ¿Por qué? Muy sencillo: en los abanicos no es suficiente ser el más hábil, ni tener el mejor equipo… necesitamos también la suerte. Y ese factor es jodido de encontrar. Si el corredor que tienes delante de ti revienta, si el corredor que tienes delante de ti se aparta de un coche mal aparcado justo en el último segundo, si el corredor que tienes delante de ti da un bandazo… hay muchas posibilidades de sufrir una caída. Incluso a veces hay caídas no por el viento sino por la posible aparición del viento. Y ahí entra en juego la lotería: es tan posible que entres en cabeza como que te dejes varios minutos o incluso la carrera entera.

Por cierto y para el que no conozca las reglas de un abanico: nunca te quedes en la cola. Cuantas más veces te pases por cabeza y con más fuerza tires, más opciones tienes de ir bien arropadito. Los abanicos nunca sonríen a los conservadores. Ahí sí que no hay trampa ni cartón: siempre debes ir delante, aunque seas jefe de filas de un equipo, odies los abanicos y estés todo el día de los nervios pensando que lo puedes perder todo por culpa del viento lateral. No dudes. Tú… ¡delante!

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