Diario del ciclista secreto en la Vuelta: La planificación de la fuga

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Foto: A.S.O./Charly Lopez

Chente García Acosta se ha hecho famoso en Netflix gracias a una frase más que acertada: la fuga de la fuga. Pero antes de llegar a ese momento hay otro apartado del que no se suele hablar al gran público y que resulta muy interesante. Me refiero a la planificación de la fuga. Las escapadas se piensan y se planifican. Vamos con esta interioridad.

La Vuelta va entrando en calor y los favoritos empiezan a coger argumentos para el optimismo y también para el pesimismo. Entre los ciclistas y los equipos más modestos, el objetivo es diferente: todo pasa por la planificación de las fugas y por no fallar en ese reto. ¿Cómo se hace?

Lo primero y fundamental es analizar el recorrido del día: si hay final en alto o no, si la etapa empieza suave o exigente… y también cómo es la etapa del día siguiente. Todo debe ser pensado. Enviar a un corredor que no ha llegado fino a la Vuelta pensando que puede hacer una fuga bonita si al día siguiente hay una etapa que comienza con tres puertos muy duros no es otra cosa que comprar muchos boletos para que el ciclista se vaya a casa. Y es que no hay que olvidar que meterse en una fuga significa un desgaste físico que deja secuelas -y muchas- durante al menos uno o dos días.

Por eso los equipos que viven por y para las fugas están rotando a los hombres que se meten en la escapada. Podéis mirar la lista de escapados estos días para confirmar mi comentario. También es cierto que todo esto es lo que se planifica, pero que después… otra cosa es lo que puede plasmarse, puesto que suele ser muy habitual que un equipo piense en dos-tres ciclistas como los mejores para ir a la escapada, pero que en realidad acabe filtrándose otro hombre.

Esto ocurre normalmente por piernas y también por suerte. Es como los delanteros. A veces estás en racha y pillas la fuga incluso sin querer. Pero no nos equivoquemos. Eso ocurre solo cuando uno tiene buenas piernas. Si no hay gas, no hay fuga… sobre todo en días como Picón Blanco, donde todos sabíamos que la escapada podía llegar, puesto que era evidente que Jumbo no tenía interés por controlar y manejar el maillot rojo durante tantos días.

Ahora llegamos a una fase diferente: etapas con posibilidad de sprint y con posibilidad de viento. Eso hace que sean días de auténtica ruleta rusa. Puede ser sencillo meterse en la fuga, que el pelotón controle con facilidad y que te cacen a 20 kilómetros de la línea de meta. Eso puede ocurrir. Pero también podemos vivir un infierno. Todo está en manos del dios Eolo. Toca esperar.