Luke Rowe, el punto de equilibrio del Team Sky

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Foto: Team Sky

En un equipo cuyo dominio y sus ambiciones fundacionales estaban centradas en el Tour de Francia, Luke Rowe (Cardiff, 10 de marzo de 1990) se ha convertido en una pieza clave. Su experiencia creciente en las carreras que siempre le han apasionado, las clásicas de los adoquines, le avalan con el papel de capitán de ruta cuando Chris Froome se juega el maillot amarillo en julio.

Hay gente que son líderes y otros que sencillamente no lo son. Y Luke se comunica muy bien. No tiene miedo a decir las cosas como son, ni tampoco le asusta mostrarse y decir: ‘lo siento chicos, la he cagado’. Es un verdadero compañero, y eso es un tesoro”, decía de él a finales de 2015 a CyclingWeekly el ex director de la Academia Británica de ciclismo Rod Ellingworth, probablemente una de las personas que mejor ha visto crecer al galés.

Rowe acababa de convertirse aquel año en el tercer galés que corría el Tour de Francia, tras Colin Lewis y Geraint Thomas. También fue el año de su primer gran resultado en un Monumento: un 8º puesto en la París-Roubaix que le consolidaba como uno de los puntales del Sky para las clásicas, a la vez que su debut a un buen nivel en el Tour le colgaba el cartel de principal capitán de ruta del conjunto británico, por su saber hacer y poderío en el pelotón. Y todo con solamente 25 años.

“Ha progresado poco a poco y en una línea muy buena. No ha hecho ha hecho ningún gran salto ni se ha estancado, ha sido un crecimiento sólido donde sigue aprendiendo mucho. Ha cumplido cada objetivo que le hemos puesto, y es muy ambicioso. Eso es la clave: no importa lo que hagamos con alguien; si él tiene ambición, esa es la victoria”, continuaba Ellingworth, hablando de uno de los puntales de la generación británica formada en su academia olímpica, además, de los pocos con corazón de flandrien.

Si Geraint Thomas (1986, ganador del GP E3 Harelbeke, ahora centrado en su asalto a las grandes vueltas con el Giro d’Italia) y Ian Stannard (1987, doble vencedor de la Omloop Het Nieuwsblad) allanaron el camino, pues suyo fue el doblete en la París-Roubaix júnior de 2004, Rowe ha hecho ya toda su carrera en Team Sky, donde debutó en 2012, recogiendo los frutos de una estructura del ciclismo británico construida durante años.

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Rowe volvió a alzar los brazos en el Herald Sun Tour. Foto: Herald Sun Tour

Justamente de aquel 2012 de su debut databa su última victoria, la primera etapa del Tour of Britain, hasta que este febrero volvió a levantar los brazos siendo el más fuerte en una fuga en el Herald Sun Tour australiano. Porque, si bien Stannard, tercero en la última París-Roubaix, se ha convertido en el verdadero clasicómano del equipo, combinar las aspiraciones personales con la entrega al equipo al nivel de la requerida de Rowe no es fácil. “Casi podría decir que había olvidado cómo celebrar una victoria”, comentaba tras el triunfo. “A finales del año pasado ya hablábamos con el equipo de la necesidad de volver a ganar”.

Su debut en una gran vuelta fue Vuelta a España de 2013, que no acabó, donde desde el equipo señalaban la necesidad de que se percatara de la importancia de perder peso. Y ya la Vuelta del año siguiente, donde estuvo trabajando para un Chris Froome que fue segundo y donde acabó notablemente entero (22º en la crono final), fue clave para su despegue. El inexperto corredor de la academia ya era un corredor sólido, capaz de acercarse al top10 de una clásica del nivel de la Het Nieuwblad (11º), y también más duro de apariencia, como muestra desde entonces aquel bigote que de vez en cuando se deja desde que lo hizo por primera vez para la campaña solidaria Movember de 2013. Y sus ideas siempre han sido claras.

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Foto: Rowe&King

“Mis objetivos son correr el Tour de Francia, haciendo un gran papel para mi equipo como gregario, y ganar una gran clásica. Tan simple como eso”, decía en 2014 en una entrevista a la revista Cyclist, donde también exploraba en su pasión por las grandes clásicas del pavés.

Es su brutalidad lo que me atrae. Son carreras muy impredecibles. Sí, seguramente sea el corredor más fuerte el que gane, pero siempre hay alguna sorpresa en el podio. La gente no se da cuenta de lo difícil que es luchar por la posición. Puede parecer calmado por televisión, pero en la bicicleta es una batalla física. Aún así, si me dijeran: ‘¿Quieres correr la Roubaix mañana?’, diría que sí. Para mí, es la mejor carrera del mundo”, resumía entonces.

Su amor por la carrera nació también de una vez que fue al velódromo como espectador. De hecho, viene de una familia claramente ciclista: su hermano mayor Matt también ha competido, y su padre es el entrenador del ciclista paralímpico Simon Richardson. “Fui a ver la carrera en 2004, cuando Magnus Backsted ganó. Estaba viviendo en Gales por lo que le seguía, le consideraba un local. De pequeño, también me gustaba Peter van Petegem. Era pequeño y agresivo”, recuerda.

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Tercero en la Kuurne, su primer podio en una clásica. Foto: Tim De Waele / Team Sky

Y cada vez se está convirtiendo más en una referencia en las clásicas por su propio pie. Después de ser 5º en el Tour de Flandes del año pasado, su mejor resultado en un Monumento, empezó el primer fin de semana de adoquín mejor que nunca: 6º en la Omloop Het Nieuwsblad y 3º en la Kuurne-Bruselas-Kuurne tras Sagan y Stuyven, por primera vez en el grupo ganador. Todo esto en una temporada donde tomará la salida por tercer consecutivo en el Tour de Francia, ejerciendo del capitán de ruta que equilibra la plantilla del equipo más dominador en las grandes vueltas de los últimos años.

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