Larga distancia: A tope pero regulando

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Foto: Race Across America

“¡Tú a tope pero regulando!” es una de las últimas consignas antes del inicio una competición. Cuando la competición se basa en recorrer la mayor distancia posible en un tiempo dado o realizar en el menor tiempo posible una distancia dada, la elección del ritmo de competición es determinante.

Ritmos demasiado elevados provocan la aparición de pérdidas drásticas de rendimiento o ritmos bajos la incapacidad de ser competitivos a lo largo de la prueba. ¿Pero cómo elegir el ritmo ideal? Pregunta fácil de difícil respuesta. Muchas variables influyen en esa toma de decisión tan crucial.

En los esfuerzos de larga duración existen procesos de fatiga propios que limitan la capacidad de rendimiento. Uno de los pilares fundamentales es la disponibilidad de carbohidratos como fuente de energía; pero no es el único, ya que hay muchas más variables que influyen en la capacidad de gestionar el ritmo, la fatiga del sistema nervioso central por ejemplo.

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Julián Sanz.

Realizando un análisis más general y utilizando la información publicada por Hettinga FJ et al. (1), para la correcta determinación del “pacing” competitivo, se tendrían que tener en cuenta tanto factores internos (capacidades físicas, incluyendo características psicológicos y de personalidad) como factores externos (orografía, altitud, temperatura, humedad,…).

La evidencia científica y el conocimiento práctico dejan claro que existe una tendencia a perder rendimiento durante las pruebas de larga distancia y que en ocasiones aparecen los temidos “muros” (descensos drásticos e irreversibles de rendimiento). Es más probable que estos golpes se produzcan en la parte final de las competiciones. Una de las teorías que se utiliza en la determinación de las estrategias de ritmos de paso se basa en que los procesos de fatiga agudos se producen en el último cuarto de la competición, independientemente de la distancia.

Foto: Nike

Tres acontecimiento deportivo-históricos realizados en el transcurso del 2018 dan una lección en la gestión de la intensidad en pruebas de resistencia, sin obviar más casos que pueda haber. En las tres pruebas se han obtenido records del mundo de la prueba:

  • Kipchoge, 2:01:39 en el maratón de Berlín.
  • Kazami, 6:09:14 en los 100 km del Lago Saroma.
  • Strasser, 913 km en el Campeonato del Mundo ciclismo de 24 horas de Borrego.

Pocas dudas existen de que los tres esfuerzos son maximales; el tiempo por kilómetro del récord de maratón ha sido de 2:53, el de 100 km de 3:42 y Strasser ha rodado a una potencia media de 250 W y más de 38 km/h de media.

Lo sorprendente y en cierta manera lo novedoso es que los tres récords tienen en común la gran estabilidad de los esfuerzos. Es decir, que desde el principio de la competición se ha mantenido un ritmo alto y más o menos constante hasta el final de la competición, sin la aparición del “mezie mazo”. Las dinámicas de competición de cada uno se pueden ver en las siguientes gráficas:

Llama la atención y provoca gran admiración el que hayan conseguido situaciones de equilibrio interno a una intensidad absoluta tan elevada en sus respectivas competiciones; es decir, que de una manera muy económica se desplazan a una velocidad alta durante mucho tiempo, sin pérdidas bruscas de rendimiento.

Para realizar una comparación: ¿Quién es capaz de recorrer 1 km a 2:53 o hacer una maratón a 3:42 el km o estar unas cuantas horas a 250 W-38 km/h? Han logrado ver y ejecutar la competición como un todo, y desgranar las diferentes variables que pueden influir en la estabilidad del ritmo, incidiendo positivamente en ellos.

Muestra de ello, la información de la siguiente tabla (comparativa de rendimiento en % de cada cuarto respecto al primer cuarto de competición):

¿Llegados a este punto cual será la siguiente evolución? ¿Qué será lo que veremos? El “a tope regulando” se ha instaurado para quizás dar paso al “a tope pero a tope” y sus consecuencias.

Referencia bibliográfica:
1) Hettinga FJ et al: “Editorial: Regulation of Endurance Performance: New Frontiers” Front. Physiol., 21 September 2017 | https://doi.org/10.3389/fphys.2017.00727