Y la gran semejanza entre la Superliga y el WorldTour (y II)

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Foto: ASO / Alex Broadway

Si en un artículo anterior hablábamos de la gran diferencia entre la nueva Superliga de fútbol, tambaleándose en las últimas horas, y el WorldTour del ciclismo, ahora es el momento de reflexionar sobre la gran semejanza entre la revolución propuesta para el fútbol y la que en su día se inició en el ciclismo. Es muy sencillo: todo gira alrededor del dinero. Y el poder es otra forma de conseguir dinero.

Pensar que los 12 creadores de la Superliga -la mitad de los clubes anunciaron anoche su salida- son un grupo de villanos egoístas y que la UEFA es la única institución que vela por mantener el fútbol como un deporte para el pueblo es tan ingenuo como tener el punto de vista contrario. Los 12 equipos creadores de la Superliga están pensando únicamente en su beneficio económico del mismo modo que las federaciones llevan un Mundial a Qatar en pleno invierno cargándose las ligas nacionales durante más de un mes y con acusaciones de corrupción y compra de votos de por medio no por el bien del fútbol sino de sus arcas.

En el ciclismo, los equipos WorldTeam tienen el mismo concepto: intentar generar más dinero para ellos. Lo mismo piensan los grandes organizadores: ASO y RCS. Y lo mismo tiene en la cabeza la Unión Ciclista Internacional. Todo gira alrededor del dinero, sin buenos ni malos. O con todos buenos o todos malos. El punto de partida que sí comparten los equipos de fútbol y los equipos de ciclismo es la necesidad de tener una estabilidad garantizada, sin depender de un buen o mal año en lo deportivo.

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Foto: Getty Images / Ineos Grenadiers

Es decir, uno de los grandes motivos de discusión ha sido el de crear una liga cerrada o abierta. Los equipos WorldTeam quieren licencias garantizadas. Y lo han conseguido para tres años. Los equipos de la Superliga de fútbol quieren 12-15 licencias eternas. Y lo mismo ocurre en baloncesto en Europa. Esa estabilidad en la elite es la que permite desarrollar proyectos económicos potentes, con contratos de patrocinio y con nuevas fuentes de ingresos garantizadas que impidan quiebras. Eso genera mayores beneficios para los ciclistas. No hay nadie que no pueda decir que ahora los presupuestos en el WorldTour son mucho más grandes y los equipos están más saneados.

Pero ese modelo tiene una cara B bastante negativa: el escalón entre esa división de elite y la segunda división se hace cada vez más grande. En la actualidad, por ejemplo, resulta anecdótica la victoria de un equipo ProTeam en una etapa de una vuelta de tres semanas. Ocurre… pero muy de vez en cuando. Y, por supuesto, jamás están disputando la general. Ese es el futuro hacia el que se encamina también el fútbol si entra en un sistema de liga con 12-15 equipos fijos.

En el fondo, la revolución de la Superliga, ahora en el aire, certifica que el poder de las federaciones es cada vez menor en un mundo tan profesionalizado y tan mercantil como el actual. Ellos ponen los árbitros, pero quieren llevarse la mayor parte de los beneficios. En el ciclismo tienen una ventaja: sus beneficios no dejan de ser escasos y además sirven de árbitros en la disputa eterna de organizadores y equipos… por el ¡dinero!

La gran diferencia entre la Superliga de fúbol y el WorldTour del ciclismo (I)