Psicología deportiva: El poder y el peligro de las comparaciones

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Foto: Tour Omán

En el artículo anterior hablábamos  sobre la incertidumbre previa a volver a competir, los pensamientos y las emociones que se viven, y cómo a esa primera relación del 2019 entre dorsal-persona se le añadía una connotación: el examen de la pretemporada.

Acabamos de terminar febrero y la pregunta que os hago ahora es: ¿Cómo fue ese primer examen? Cuando respondas, lee lo siguiente que te lanzo: ¿en qué te basas o te has basado para dar una respuesta?

No nos engañes, la respuesta es: en las comparaciones tanto internas como externas. Me adelanto a tu argumentación, basándome en lo que Simon Marshall y Lesley Paterson comentan en el libro “The brave athlete. Calm the fuck down and rise the occasion” (2017).

Vamos a aclarar varias cosas. Compararte con los y las demás es esencial si quieres ser feliz, estar motivado y satisfecho. Estáte tranquilo y no temas: las comparaciones sociales son completamente naturales; de hecho, tu cerebro te odiará si no las haces.

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Foto: Presse / Ferrari – Paolone

La cuestión es que no hay que mirar a otros para validar tu sentido del yo, intentar evitar percibirte como inferior o carente de valor; y cuando otras personas vencen, tiene éxito o parecen felices, no significa que tengas que perder, sufrir o sentirte desdichado. De todas formas, te adelanto que vas a hacerlo. Y en el caso del deporte, y más concretamente en el ciclismo, de si has llegado en la grupeta, en el segundo o en el primer grupo, de si has ido en fuga, o si te has colocado bien, no es lo único que da valor a la nota final del ese primer examen.

El truco consiste en saber cómo y cuándo utilizar la inevitable comparación social para llegar a ser más feliz, más rápido y más valiente. De otro modo, terminarás sintiendo envidia y resentimiento de que todo el mundo parezca ser más feliz y enérgico que tú. Es ahí  cuando entra a pedalear el mayor enemigo que puedas tener dentro: la envidia, un sentimiento de impotencia y frustración. Y al final, es tu salud mental la que sufre, no el de los y las demás.

Recuerda que tu cerebro está configurado biológicamente para compararte con otros. Esto significa que por mucho que lo intentes, en realidad no puedes dejar de observar a otros. El cerebro está rastreando constantemente el mundo en busca de datos que te ayuden a determinar dónde te encuentras en la jerarquía social del atractivo, la genialidad, la condición física y la aptitud. Por lo tanto, las personas somos prácticamente incapaces de juzgar nuestras propias capacidades sin hacer referencia a algunos criterios, en especial a las capacidades de los demás. Piensa en alguna ocasión en que tuviste unos datos nuevos sobre ti mismo o sobre algo que hubieras hecho. Quizá fue cuando supiste que podías resistir 350 vatios durante 20 minutos sobre la bicicleta, que tienes un 9-10 por ciento de grasa corporal o que das 6388 pasos diarios.

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Foto: Getty Images / Mitchelton-Scott

Si tu primera pregunta es: “¿Qué significa esto?”, casi seguro que tu segunda pregunta será: “¿Es bueno?”. De inmediato buscas un punto de referencia. A esto se le suele llamar en la psicología comparativa de mercado, y todos nos vemos impulsados a ello porque da sentido a nuestras capacidades. Recuerda que el cerebro humano está configurado para buscar sentido a todo. Por suerte o no, en el deporte, la comparativa de mercado es en verdad sencilla. Hay tiempos, resultados en meta y tres sitios en el podio, ¿pero es suficiente para nuestra mente compararnos de esta forma?

Es importante señalar que el poder de las comparaciones sociales es más fuerte cuando luchamos con personas cuyas capacidades están a la par de las nuestras. Después de todo, nadie disfruta ganando a alguien que en principio no supone una amenaza. Pero más aún, tu cerebro también necesita venderse a sí mismo y a los atributos y capacidades del cuerpo en que vive. A esto primero se le llama autopresentación, y a cómo nos comportamos haciéndolo se le llama manejo de impresiones.

Las redes sociales, por ejemplo, son un escenario en especial adecuado para nuestras representaciones porque, si disponemos de una cuenta, tenemos garantizada una audiencia. Y es Strava el que se ha aprovechado de eso, organizando todo un negocio relacionado con la necesidad psicológica de los y las deportistas de compararse con otros, y hay bastantes pruebas de que ningún tramo de la carretera es demasiado ridículo para que algún/a ciclista, en algún lugar, quiera reclamar la victoria como la persona más rápida en él. Si quieres provocar un leve ataque de pánico en los adictos a Strava, simplemente envía un correo con el asunto: “Vaya, alguien acaba de coger tu KOM”.

Ahora ya sabes cómo funciona el cerebro cuando buscas validar tu yo, pero recuerda que las cosas siempre siguen siendo las mismas cosas; lo que cambia es la forma en la que vemos esas cosas. Por lo tanto, ¿cómo te fue el examen?

Referencias bibliográficas
Marshall, S., Paterson, L. (2017). The brave athlete. Calm the f*ck down and rise the occasion. Estados Unidos: Velopress.

Psicología deportiva: ‘Game over’ a la pretemporada