El Valle de la Vida: Por encima del 20% en los Montes de Málaga

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Si algo es característico de la provincia de Málaga fuera de ella es, sin duda, la Costa del Sol. Playas, inviernos suaves, paseo marítimo en cada pueblo y largas tardes a la orilla del mar. Pero la realidad es que la provincia entera es una verdadera ratonera una vez que uno se aleja de la línea costera.

De hecho, no son pocos los aficionados del lugar que sostienen que esta provincia podría, perfectamente, albergar una etapa bien decisiva en una Vuelta a España. Trazados que acumulan hasta 5.000 metros de desnivel sin superar los 180 kilómetros, pese a que difícilmente se puede pasar en bici de carretera por encima de los 1.500 de altitud. Pues casi en el corazón de la provincia hay un lugar llamado el Valle de la Vida por el que, por primera vez, una carrera profesional hará una subida de lo más explosiva en la próxima Vuelta a Andalucía.

La etapa, una jornada rompepiernas con un puerto de 2ª y cuatro de 3ª, llegará desde Casabermeja para entrar en Almogía y, de ahí, bajar hasta Alhaurín de la Torre donde acabará no sólo la jornada sino la vuelta. Es precisamente en Almogía donde se encuentra esta emboscada que recuerda por momentos a puertos como el Xorret de Catí, aunque la carretera es más estrecha. El Valle de la Vida es un lugar por el que parece que no transcurra el tiempo. Lo que más suena en él es su silencio, roto de vez en cuando por el ruido lejano de los coches que pasan por la carretera o los cencerros de las cabras y alguna voz de sus pastores.

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El mapa de la quinta etapa entre Otura y Alhaurín de la Torre.

Y Almogía es una localidad de los montes que, además de tener un cante típico -el verdial ‘estilo Almogía’-, también suele ser sitio de paso de un sinfín de ciclistas que suben de Málaga al Torcal de Antequera. El ascenso ‘convencional’ es largo pero tendido, perfecto para calentar. Nada que ver con lo que guarda aquí desde el Valle. De ahí que en ese invento diabólico que a ratos es Strava, los lugareños lo hayan bautizado como la ‘cara oculta de Almogía’. Viniendo desde la pequeña pedanía de Arroyo Coche por la carretera del Barranco del Sol -aquí se canta el verdial ‘estilo Montes’- entre un sinfín de curvas por una carretera provincial que hace un surco en plena ladera, a la derecha, en un puente romano sobre el río Campanillas comienza un infierno de 2,2 kilómetros.

Nada más empezar, una larga recta nos lleva ya a pendientes que rondan el 15%. La carretera es estrecha, no cabrán más de cuatro bicis en paralelo, pero el firme no está mal. A la derecha se puede ver una franja de hormigón que hace de ‘cahorro’ para cuando llueve. Y ahí se sigue elevando el camino hasta que llega la primera curva a derechas, con picos que a esas alturas ya habrán superado el 20%.

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Durísima curva cercana al 20%

Hemos pasado 700 metros de subida y llega un rellano. Será poco tiempo. Un pequeño descanso que no va a durar mucho más de 150 metros antes de volver a encabritarse otra vez. Pasada esa curva se puede ver cómo la carretera ha ido ganando altura. Lo dicho: momento de volver a subir con fuerza, otra vez a doble dígito y con una curva a izquierdas donde el hormigón pasa a ratos a ser superficie protagonista en la subida. Lo que no cambia es la pendiente, y ya se empiezan a ver al fondo algunas casas de Almogía, muy altas comparadas con la posición del ciclista pero también muy cerca. La ecuación es fácil: la pendiente no va a bajar.

Después de esa nueva curva a izquierdas viene una recta -no es una recta pura, pero sin curvas pronunciadas- de casi un kilómetro en la que parece que los metros no pasan. Las rampas llegan a tocar el 26% en algunos momentos puntuales. Si el año pasado era Alcalá de los Gazules el muro que hizo de meta -donde ganó Tim Wellens y cimentó su triunfo general-, el Valle de la Vida parece más duro que la subida al pueblo gaditano. Eso sí, su cima estará a 32 kilómetros de meta. Desde ahí, bajada hasta Málaga -apenas se pasa el barrio de Campanillas- antes de dirigrse a Alhaurín de la Torre, donde la llegada también es para arriba. Sin duda, un muro que puede romper la carrera si se pone ritmo, porque el descenso posterior es largo.

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Acabada la recta, curva de 90 grados a la derecha para un nuevo descansillo. Almogía está ya justo encima, pero apenas se pueden ver cuatro o cinco casas encima de la peña. Lo peor ha pasado, pero todavía habrá una última curva a izquierdas donde se vuelve a endurecer. La pendiente media es del 10,2% contando con casi 400 metros planos. Todo dependerá de cómo se lo tome el pelotón después de una crono en la tercera etapa y la jornada reina en la cuarta. En cualquier caso, el ciclismo también va de descubrir rincones, y este ascenso inédito es una buena excusa para descubrir un lugar como el Valle de la Vida.

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