El último servicio de Mikel Nieve

nieve-froome-sky-vuelta-españa-2017

Nieve escolta a Froome en una etapa. Foto: Unipublic

No la ha ganado él, pero sí ha sido partícipe de un éxito que siente como suyo. Mikel Nieve ha hecho en esta Vuelta a España el último servicio al Team Sky y a su compañero y amigo Chris Froome. Se marcha a Orica uno de los mejores y más valiosos gregarios del pelotón mundial. No sólo por lo que se aplica en su trabajo. También por la solidez que atesora en su nivel físico.

Froome lo echará de menos. De hecho, lo dijo en la última rueda de prensa de la Vuelta a España, preguntado por la llegada de David De la Cruz. Tras dar la bienvenida al catalán como “un corredor de gran potencial”, guardó un momento de silencio mientras se traducía la respuesta al castellano y luego siguió sin que nadie le preguntase: “Tengo que decir que este año tendremos una pérdida muy importante. Se marcha Mikel Nieve que es un grandísimo corredor y compañero. Estoy encantado de tener su amistad y de haber tenido al lado a alguien que ha hecho tan bien su trabajo. Orica se lleva un gran ciclista y una persona genial”.

Son cuatro años de andadura al servicio del británico, mejor vueltómano de la actualidad. Y, al menos en esta Vuelta, con momentos donde ha sido realmente decisivo. Por ejemplo en Los Machucos, donde Froome pasó un mal día que salvó bien en parte gracias al navarro, que no se separó de su lado hasta meta. También en Calar Alto estuvo con su jefe prácticamente hasta el final. O en el Torcal, cuando Froome se cayó y él se quedó a su lado para recortar todo lo posible a quienes iban delante.

En el resto de etapas se alternaba con Wout Poels como el último hombre que le quedaba a su líder: “Ahora ya sí lo empiezo a pensar, miro a la Vuelta con perspectiva y veo que sí, que en las Grandes ha sido mi última aportación a este equipo después de cuatro años dando todo por ellos”, dice a Zikloland. Todavía le queda Il Lombardia. Pero ahí Sky es sólo un equipo más y no el rodillo de las vueltas de tres semanas, donde el navarro ha desarrollado su trabajo.

Porque Nieve es, por encima de todo, un ciclista que hace bien su trabajo. Cualquiera que sea. Tan bueno es ayudando a sus jefes de filas como aprovechando oportunidades cuando se las brindan. Por ejemplo, en el Giro del año pasado una vez que Landa, enfermo, tuvo que bajarse de la bici. Ahí llegó él para coger el testigo, ganar una etapa y hacerse con el maillot de la Montaña.  Dos años antes, en 2014, también se alzó con una etapa del Dauphiné. Palmarés escaso, pero de enorme calidad y en victorias con brillo. Lo inauguró en Cotobello en la Vuelta 2010 y recordado será su triunfo en Gardeccia en 2011, casi siete horas y media de pedaleo en una épica jornada.

Antes de eso, cuando el ciclismo vasco y las carreteras pirenaicas se vestían de naranja con el Euskaltel-Euskadi, Nieve era precisamente una promesa para clasificaciones generales que, no en vano, tiene cinco Top10 en Grandes Vueltas –décimo en Giros 2011 y 2012; décimo también en Vuelta 2010 y 2011, , octavo en 2015– y entre los 20 primeros en sus cuatro participaciones en el Tour. En su palmarés, se distinguen cuatro victorias, pero de una calidad que cualquiera querría tenerlas en casa. Y lleva 14 grandes vueltas, ocho de ellas en Sky y aguantando con los mejores, pese a tener que poner el ritmo en el pelotón, hasta el momento de los ataques definitivos de los favoritos. Por eso para Froome es tan valioso.

Pero toda historia tiene un final, y ahora ese momento ha llegado: se va a un proyecto nuevo en el que hay otra forma de correr que le atrae y más oportunidades de lucimiento: “Cuando Orica contactó conmigo me transmitieron su proyecto y me gustó mucho. En esta Vuelta, por lo que sea, no les han salido las cosas. Pero tienen un equipo joven que está creciendo y con ganas. Es una forma de correr distinta”, explica. Sobre las oportunidades individuales, no se prodiga mucho: “Sí, habrá momentos en que tenga libertad”. Es todo lo que dice.

Y hablando de este último servicio, a la hora de analizar todos los realizados durante cuatro temporadas, no duda en declararse satisfecho: “Yo estoy contento de lo que he hecho. He estado en los dos Tours de ‘Froomey’, y ahora también en su primera Vuelta. Cuando he podido he ganado etapa en el Giro y en Dauphiné. He crecido mucho aquí, como persona demás de deportista”, argumenta. Hora pues de cambiar de aires, aunque al propio Froome no le guste la idea. En cualquier caso, nadie podrá decir de él que no cumplió su tarea hasta el último momento.