Los horizontes de futuro del ‘joven Sagan’

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Van der Poel, antes de la Copa del Mundo de Waterloo. Foto: @UCI_CX

Mathieu Van der Poel (1995) tiene delante de sí el bendito dilema de qué dirección tomar en una carrera que parece no tener límites. El joven dominador neerlandés ha demostrado su valía de talla mundial en ciclocross, carretera y mountain bike. ¿Dónde está el techo del que espera ser el nuevo gran nombre del ciclismo mundial?

“A veces la gente se olvida de lo joven que soy. Solamente tengo 22 años, no tengo por qué tomar una gran decisión todavía”, se justificaba Van der Poel el pasado septiembre en una entrevista a la revista de cycling.be. Nacido en Kapelle (Amberes, Bélgica), el neerlandés tienes muchos ojos sobre sí, y ya los tenía desde la primera vez que se subió a una bicicleta por el hecho de ser hijo del ex profesional Adrie Van der Poel (campeón mundial de ciclocross 1996, ganador de dos etapas del Tour de Francia, el Tour de Flandes, la Lieja, Amstel Gold Race y París-Tours) y nieto de Raymond Poulidor por parte de madre.

Rápidamente, el precoz Mathieu multiplicó las expectativas sobre él gracias a unos resultados de dominador total. En 2013, se proclama campeón del mundo en categoría júnior tanto en carretera (un fulminante ataque en la Via Salvati le coronó en solitario en Florencia) como en ciclocross (sin rival en la nieve de Louisville). En su primera carrera profesional de ciclocross, en diciembre de 2013, ya queda segundo en el Scheldecross de Amberes detrás de su compañero y nada menos que doble campeón mundial Niels Albert (siendo sub23 de primer año). Y en 2015, con 20 años acabados de cumplir, ya es campeón del mundo élite.

El resto de modalidades no se le han resistido. Ya en 2014, Van der Poel tomaba parte en sus primeras carreras profesionales de carretera y se imponía al sprint en toda una clásica 1.1 como la Ronde van Limburg (corredores consagrados como Paul Martens, Greg Henderson y Oliver Naesen le preceden). El nivel ha seguido creciendo hasta este 2017, sin límite en sus contadas apariciones: en la Vuelta a Bélgica le ganó una etapa a todo un Philippe Gilbert y dominó de forma imperial una carrera por etapas como la Boucles de la Mayenne (ganador de la general y dos etapas). Varios de sus duelos han estado con su gran rival en el barro, el doble campeón del mundo Wout Van Aert, que le ganó en la RideBruges, donde fue segundo.

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Van der Poel tuteó y ganó a todo un Gilbert este año en la Vuelta a Bélgica. Foto: Foto Belga / Baloise Belgium Tour

Y en esa misma época empezó a demostrarse su nivel en la bicicleta de montaña. De hecho, abandonó la Vuelta a Bélgica antes de acabar para tomar parte en su segunda Copa del Mundo de la especialidad, en el circuito alemán de Albstadt. La semana anterior había impresionado en Nove Mesto (Praga, República Checa): salió en la 90ª posición en la parrilla y acabó 8º, a pesar de una salida de cadena, marcando la vuelta más rápida. Y en el circuito alemán, mejoró las expectativas y puso contra las cuerdas a un histórico como el campeón mundial y olímpico Nino Schurter. Solamente una «estúpida caída», en sus propias palabras, le alejó de él, para acabar segundo. El abrazo en la línea de meta fue más que simbólico.

Y es que esta modalidad olímpica es la que puede marchar el horizonte de Van der Poel en su futuro reciente. Este verano explicó a la cadena NOS su intención de esperar a dar el salto definitivo a la carretera a después de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, donde podría dominar en mountain bike. “Todavía no hay un plan concreto, hay muchas cosas pendientes, empezando por qué haré a partir de 2019”, explicaba en cycling.be Van der Poel, que por ahora tiene contrato con el equipo de ciclocross Beobank-Corendon hasta finales de 2018.

Van der Poel protagonizó un bonito duelo con Nino Schurter. Foto: Irmo Keizer / @mathieuvdpoel

Van der Poel protagonizó un bonito duelo con Nino Schurter. Foto: Irmo Keizer / @mathieuvdpoel

«Creo que ya he demostrado que puedo ser competitivo en Copas del Mundo de mountain bike, aunque no estuviera preparado perfectamente para la disciplina. Si planifico mejor la bicicleta de montaña, creo que podemos dar un paso adelante y realmente podré luchar por la victoria”, apuntaba sobre un salto que le acercaría a un poco a los pasos hechos, aunque en categorías inferiores, por todo un Peter Sagan (campeón del mundo júnior de MTB, además de destacado ciclocrossman), con quien le ha comparado el mito del ciclocross Sven Nys. “Tiene algo muy especial, ya se veía desde júnior. Es como un pequeño Sagan”, zanjó antes de empezar esta nueva campaña de ciclocross, donde está volviendo a dominar (por ahora, tres victorias de tres en pruebas de Copa del Mundo).

Son recientes los casos de Lars Boom y Zdenek Stybar, dominadores jóvenes del ciclocross que han acabado pasando a la ruta una vez cumplidas sus metas y llamados por una competición más reconocida, si bien económicamente el ciclocross está muy bien remunerado en el Benelux. Van der Poel no esconde que en la carretera está su meta final. “También estoy disfrutando cada vez más las pruebas de carretera, especialmente cuando las carreras se hacen largas y duras, algo que creo que se me adapta», apunta. «Si voy a los Juegos (de MTB), tendré 25 años cuando me centre en la carretera, una edad en que lo normal sería poder competir unos 10 años más”. Unos años de grandes expectativas para una creciente estrella como el neerlandés.