Mallorca 312-Giant-Taiwan: Menos mal que no hice caso a mis piernas

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Imagen de la edición de 2018. Foto: Rafa Babot/ Mallorca 312

Una fuerte tentación recorre mis piernas. Sí, mis piernas. Ya son 210 kilómetros recorridos bajo un calor inusual por estas fechas y tanto mi cuerpo como mi mente están muy cansados. La larga parada en el avituallamiento de Lloseta, incluyendo unos segundos de un chorro de agua fría en mi cabeza, zapatillas fuera para que mis pies se liberen y un cambio necesario de barritas y geles por un pequeño bocadillo me hizo recobrar la conciencia.

Pero esa idea, esa tentación de cambiar mi cuarta Mallorca 312-Giant-Taiwan por primera Mallorca 225 estuvo presente hasta en el cruce en el que debes tomar la decisión.

Llegado a ese punto crítico, mis piernas decían ‘gira a la izquierda’, ve a por la corta y el año que viene, más y mejor. Menos mal que no les hice caso y seguí a mi instinto. Xisco Lliteras me lo hubiera perdonado, pero yo hubiera acabado con la sensación de que en el fondo le estaba fallando porque en la víspera me hizo una promesa: “El nuevo recorrido en la parte final te va a encantar”. Y como siempre desde que nos conocemos, tenía razón. Me encantó ese aroma a clásica entre caminos agrícolas, entre frutales y algún olivo cerca de la bellísima Petra y la ansiada llegada a Artá.

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Rafa Babot/ Mallorca 312

En esa especie de diálogo improvisado con mis piernas y las palabras reales a los componentes de mi grupo pidiendo relevos cortos y dándonos ánimos para seguir resistiendo el calor y el castigador viento, también hubo algún momento de flaqueza en plan, ‘venga, déjate caer, llega hasta Artá y tómate tu tiempo y una cerveza y vas tranquilamente con el siguiente pelotón que llegue’.

Pero opté por seguir, beber algo rápido y por momentos tener una sensación grande de desamparo. Ese grupo, el de los relevos cortos y los palos y latigazos en cada muro o en cada giro de noventa grados se había ido, y apenas habían parado a disfrutar del último avituallamiento en el pueblo que da sentido a la Mallorca 312. Conozco bien esos kilómetros finales, esa carretera ancha con dos sube-baja exigentes. Como bien sabe cualquier cicloturista, la diferencia entre transitar solo o en un gran grupo es abismal. Más velocidad y un ahorro de fuerzas sustancial.

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Rafa Babot/ Mallorca 312

En cambio, yo me fui pegando en solitario contra el viento lateral, pero sin dejarme angustiar por esos repechos finales. Adelanté a dos participantes y me emocioné realmente cuando ves el mejor cartel de toda la isla, el de 300 kilómetros recorridos.

De ahí hasta la línea de llegada en Playa de Muro a toda máquina con el manillar agarrado bien abajo. Mis piernas ya no decían nada, estaban respondiendo como nunca. En ese tren solitario y forzosamente improvisado recogí a dos ciclistas más que agradecieron mi rueda, y por fin vimos juntos el arco de meta y un aceptable tiempo de 10 horas y 41 minutos. No me cansé de repetir que fue la Mallorca 312 que más larga se me ha hecho y en la que más he sufrido, pero a la vez la que más he disfrutado… por todo.

Incluso estas líneas podrían haber girado en torno a un hipotético primer puesto en la Mallorca 225. Tal cual. Al abrir el vídeo de compactado de imágenes que nos envía la organización a los periodistas invitados vi a un participante que me era muy conocido, el alemán Thomas Hoffmeister. Prometo que estaba rodando con él a toda velocidad desde el último avituallamiento en Lloseta, y que incluso relevaba generosamente.

Al ver esas imágenes no tenía ninguna duda de que era él, como tampoco tenía dudas de que de haber hecho caso a mis piernas y haber girado a la izquierda, tal vez podría haber aparecido yo mismo en ese vídeo como hipotético primer clasificado de este recorrido intermedio.

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Rafa Babot/ Mallorca 312

Pero, ¿y qué? Ni tan siquiera hubiera ayudado a colmar mi ego, porque el objetivo era completar la cuarta Mallorca 312 y no ser un posible ‘héroe’ accidental. Y lo peor de todo, tras un año de ausencia en el evento cicloturista que más disfruto, ¿qué le hubiera dicho a Xisco Lliteras si no hubiera disfrutado de ese nuevo recorrido que según él tanto me iba a gustar?

La única respuesta que merece él, hasta el último de los voluntarios que se desviven por ayudarte y también los centenares de personas que animan y aplauden a este cada año más grande es simple: Muchas gracias. Y menos mal que no hice caso a mis piernas.

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