Las póker runs fortalecen el vínculo de la bicicleta con los naipes

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El ciclismo siempre ha tenido una relación especial con otras actividades deportivas. Es habitual que alguno de los ciclistas que integran regularmente el pelotón haya sido un decente competidor en otra disciplina o al menos un buen aficionado. Ahí está el ejemplo de David de la Cruz que estaba empeñado en triunfar en las pruebas de atletismo de medio fondo antes de descubrir por casualidad sus dotes para el ciclismo.

Ni que decir tiene el caso de Primoz Roglic, un campeón del mundo juvenil de saltos de esquí por equipos que hasta los 24 años no se decidió a cambiar las tablas y los bastones por la bicicleta. En apenas tres años compitiendo al máximo nivel ya puede presumir de una medalla de plata en el Mundial de Contrarreloj, una etapa en el Giro de Italia, una etapa en el Tour de Francia, una etapa en la Tirreno-Adriático y sendos triunfos en la general final de la Vuelta al Algarve 2017, la Vuelta al País Vasco 2018 y el Tour de Romandía 2018. Ahí es nada.

Pero al margen de la competición profesional, en el ciclismo aficionado o el cicloturismo también encontramos algunas sociedades curiosas con otros deportes y una de las más llamativas puede ser con un deporte mental, el póker.

No es ningún secreto que la cultura de la bicicleta se ha convertido en uno de los hábitos más frecuentes entre la población de nuestro país y de medio mundo. Pues algo similar ha ido sucediendo con este juego de naipes que, al margen de su tradición, la modalidad online le ha permitido que pueda ser mucho más conocido o estar disponible para practicarse en cualquier rincón del mundo.

Un hecho es que el deporte de la bicicleta es una praxis muy común entre los jugadores profesionales de póker. Y es que hay que tener en cuenta que a menudo estos se ven obligados a permanecer sentados en una mesa por largas horas durante el transcurso de un torneo o de hacer lo propio de forma regular cuando se trata de afrontar las maratonianas jornadas de trabajo ante la computadora. A consecuencia de esto, el running o el ciclismo son algunas de las prácticas más habituales entre estos jugadores a la hora de paliar los efectos de esa vida sedentaria y para mantener el cerebro oxigenado y alerta con el ejercicio.

Esto mismo puede aplicarse a la inversa, en la que deportistas de todos los ámbitos son seducidos a menudo por el popular juego de la baraja francesa. Entre ellos, son numerosos los amantes de la bicicleta que realizan incursiones regularmente en este mundo del póker y que incluso en ocasiones también le sirven para reivindicar los derechos de los ciclistas en la carretera.

Las póker runs

La combinación de ambas actividades han contribuido a promover las póker runs, unas pruebas que combinan ambas modalidades deportivas y que se están volviendo cada vez mas frecuentes en los últimos tiempos. Se trata de una competición ciclista en la que a lo largo del recorrido cada participante debe ir pasando a modo de gymkana por distintos puestos de control y recogiendo una carta, para una vez concluido el recorrido, comprobar quien ha reunido la mejor mano para proclamarse vencedor. Es obvio que el éxito de la prueba también está condicionado por el tiempo empleado en realizarla.

Simplemente se trata de un modo de hacer la carrera un poco más entretenida y relajar el aspecto competitivo, ya que gran parte de este tipo de eventos se celebran con fines benéficos. El objetivo de esta fusión de ciclismo y póker es seducir a más participantes por medio de un toque divertido con la intención de recaudar fondos para diferentes causas, aunque lo cierto es que esta práctica cada vez está mas extendida a lo largo de diferentes países del mundo.