Imanol Erviti: «Para un gregario, el ciclismo consiste en ser útil»

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Foto: Movistar Team

Es lo que en fútbol se denominaría un ‘one club man’. Imanol Erviti lleva toda su vida deportiva ligado a la estructura de Abarca Sports, que gestiona a día de hoy el equipo Movistar. Y seguirá así por lo menos hasta final de 2019, año en que termina en principio el patrocinio con la empresa telefónica. Trabajador incansable, Erviti es el ejemplo perfecto de lo que puede llegar a valer un buen gregario en este deporte.

Comenzó su andadura profesional allá por el año 2005, cuando el equipo se llamaba Illes Balears, y sus pasos le llevan ahora a década y media de carrera. A sus 35 años, no piensa en la retirada y reconoce que tras la seriedad que visten Alejandro Valverde y Nairo Quintana se esconden personas mucho más cercanas.

“Esto es un proceso. Al principio, de joven, no ves que una victoria de otro corredor también es en parte tuya. Luego vas creciendo y tienes un clima alrededor que te hace aprender. Yo coincidí con muy buenos gregarios que te explican por qué hacen lo que hacen y lo siguen haciendo. En un equipo tan estructurado como este, en un equipo grande, se trata de ser útil. Y también puedes tratar de ser el mejor en tu faceta, aunque luzca menos en la tele”, comenta el navarro.

También depende de lo que haya por arriba. No es lo mismo un equipo que se pone como objetivo ganar una grande, que otro que tiene que estar en escapadas día sí y día también: “Está claro que te puedes centrar en trabajar cuando el líder te responde. Si no tienes líderes, debes buscar brillo para el equipo de otra manera. Pero cuando tienes gente como Nairo, Alejandro, Mikel u otros como Froome, eso por sí mismo ya motiva”.

Pero hasta entre gregarios hay vigilancia. No ser un ciclista ganador tampoco da libertad para atacar cuando uno quiera: “Entre los equipos fuertes hay tanto marcaje que se bloquea la carrera. Si ataca un gregario conocido, se puede pensar que hay intención táctica así que salen a por él. Y nosotros igual, salimos a por ellos para anticipar movimientos. Luego hay veces que entra un equipo a tirar y todo el mundo se tensa. Hay como una señal de alerta. Y no te digo ya cuando hace aire y ves moverse a un equipo que sabes que va bien en ese terreno”, explica el veterano corredor.

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Foto Luis Angel Gomez/BettiniPhoto©2018

Además, Erviti confirma algo que todo el mundo sospecha: la seriedad de los equipos se acaba una vez el grupo se queda solo. Y Valverde o Nairo, sus líderes durante esta pasada Vuelta, se sueltan y sacan esa personalidad que no se ve: “Si nos ponen una cámara oculta en el bus, la rompemos. Son gente bromista, pero lo que más me gusta es que si nos tenemos que reír de mí, nos reímos de mí. Y si hay que reírse de ellos, nos reímos pero bien (se ríe). Facilita mucho el ambiente de trabajo: son gente muy normal y te agradecen lo que has hecho”.

Para el 2019, el navarro quiere volver a ir a las clásicas de adoquines, donde la falta de un líder claro –pese a la llegada de Roelandts- hace que pueda tener más ‘manga ancha’ y donde quiere seguir progresando: “Quiero volverlo a intentar allí con libertad. Es verdad que es complicado, porque la diferencia de la soltura en el pelotón con los belgas es abismal. Nosotros sólo lo ejercitamos dos o tres semanas al año y para ellos son sus carreras. Luego ellos pueden venir aquí y ver que una etapa llana de la Vuelta son 2.000 metros de desnivel. Cada carrera tiene sus peculiaridades y a mí las clásicas me encantan, por eso volver con cierta despreocupación”. Todo eso, claro, si a Valverde no le da por ir a Flandes esta vez. “La verdad es que está caliente”, reconoce Erviti entre risas.

A sus 35 años, no se le pasa por la cabeza retirarse porque ahora “se saborean más” los buenos momentos. Y siendo “igual de profesional o más” se encuentra “más relajado” y el año se le pasa literalmente volando. Erviti es el ejemplo de lo que vale un buen gregario que ha encontrado su sitio en el pelotón y gracias a eso lleva camino de una carrera longeva y, ante todo, muy digna.

Un mes de clásicas, por Imanol Erviti.