Francisco Cabello, un ciclista un tanto curioso (1990-2006)

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Cabello, en 1990, su primer año profesional. Foto: Cipriano Borrego Olavarri

Si hay una provincia andaluza en la que el ciclismo siempre ha sido el deporte por excelencia, ésa es Granada. Su terreno, con subidas de todos los gustos y colores y la cercanía de las montañas más altas de la Península con una costa de clima subtropical, así como sus numerosos días de sol y horas de luz, hacen de ella un lugar único.

De entre las provincias andaluzas, Granada ha sido sin duda la que de forma más constante ha dado ciclistas profesionales. La mayoría buenos escaladores o ‘pasistas’ y, en numerosas ocasiones, corredores de esa ‘clase media’ capaces de rendir a gran nivel como gregarios y aprovechar sus ocasiones de brillo personal.

Y, para algunos de ellos, esas oportunidades pasaban por enfocar la temporada de un modo distinto. Ese era el caso de Francis Cabello (La Zubia, Granada, 1969). Un ciclista que basó su éxito en unos inviernos muy potentes que le permitían hacer el principio de temporada con una gran condición física. Con muy buena visión de carrera, era un ciclista bastante prototípico de Andalucía: guerrillero, oportunista y de media montaña.

Lo cierto es que la trayectoria de Cabello siempre fue un tanto curiosa. Sumó un total de 10 victorias como profesional en una trayectoria de 16 años, casi siempre enrolado en las filas del Kelme –con sus distintas denominaciones- para terminar en 2006 en el Andalucía-Paul Versan, el proyecto de ciclismo profesional andaluz que justo echaba a andar cuando Cabello ya iba escribiendo las últimas líneas de su periplo como deportista. Pues bien: nueve de ellas fueron en el primer tercio de la temporada.

Sólo una en verano

Y la única que logró como profesional en verano iba a ser la que le haría saltar a la fama: en la cuarta etapa del Tour de Francia, que tuvo su comienzo en tierras británicas. Después entraría en escena Indurain y eclipsaría a todos los demás, pero aquella tarde de 6 de julio, los focos fueron todos para un granadino que remató una galopada de más de 100 kilómetros atacando de lejos a Magnien y cruzando la meta en solitario con los brazos en alto. Tenía 25 años y un mes de vida, y a la postre ese iba a ser su momento de mayor relevancia como ciclista.

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Cabello, en blanco y negro. Año, 1995. Foto: Urtekaria

Todas las demás victorias las logró entre enero y abril. Se estrenó con 22 años ganando el Memorial Galera, extinta carrera de un día que se celebraba en Armilla (Granada). Luego vendría la victoria del Tour. En 1995 se llevó una etapa de la Vuelta a Andalucía, y en el 96 otra de la Vuelta a La Rioja. Mención aparte merece la Challenge de Mallorca, otra prueba de la que era nombre fijo en las retransmisiones y que le dio tres triunfos en los trofeos más exigentes: dos en el Trofeo Sóller (1996 y 99) y uno en el Andratx (2000). Y también repitió etapa en la Vuelta a Murcia dos años consecutivos (2000 y 2001).

Pero más allá de las victorias, hay más señales de su calidad como corredor. No sólo por la década y media que pasó en activo, que también, sino porque en ese tiempo fue capaz de disputar 21 grandes vueltas, de las que acabó 18. A día de hoy, aún es uno de los ciclistas andaluces con más participaciones en carreras de tres semanas.

La Vuelta a Andalucía

Es curioso pero, para el de La Zubia, la Vuelta a Andalucía fue como esa meta que nunca se alcanza y, cuando parece que ya se ha alejado definitivamente esa posibilidad, de repente se presenta la ocasión. Era la carrera de su casa, y además la provincia de Granada tiene por historia etapas decisivas en su suelo. Cabello tiene una estadística bastante llamativa, que resume bien su rendimiento en la ronda andaluza: es el único ciclista que ha acabado, durante su carrera, en los cinco primeros puestos de la general.

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Cabello,en 2002. Foto: Cipriano Borrego Olavarri

Se subió al ‘cajón’ por primera vez en 1994, el año de su triunfo en el Tour, en una edición que ganó Stefano Della Santa. El italiano volvería a vencer al año siguiente, ésta vez con Cabello segundo y ganando una etapa. En el 96 y 97 hizo doblete… como ganador de la Montaña. Sería después quinto en 1998, y volvería a repetir en la segunda plaza en el 2000. Además, peleándola hasta el último kilómetro frente a su paisano Miguel Ángel Peña, que finalmente le dio caza bien pertrechado con un potente equipo ONCE y pudo defender los 22 segundos que le sacó en el Santuario de la Virgen de la Sierra, mítica subida en la sierra cordobesa de Cabra. Cabello, ya con 31 años entonces, buscó la fuga en la última etapa camino de Granada junto a José Luis Rebollo, Michele Copolillo y Peter Farezijn. Rozó los tres minutos, pero a 10 de meta la ONCE dio caza al granadino, que volvía a ser segundo y ganaba, por tercera vez, la Montaña. El único que lo ha hecho hasta ahora.

Cabello se quedó a un paso del podio, cuarto, en 2002. Y a los casi 36 años, el granadino conseguiría finalmente lo que tantas veces estuvo a punto de lograr. Aquella edición 2005 empezaba con una etapa durísima con final en la localidad de Comares, un puerto con rampas donde se abrieron unos huecos abismales. Ganó Carlos García Quesada, con Cabello a 26”. Baste decir que el décimo clasificado llegó a tres minutos. Carrera rota con el Comunidad Valenciana como equipo jefe inequívoco. Serge Baguet remató al día siguiente en Cumbres Verdes, en el término municipal de La Zubia, donde Cabello no tuvo un gran día y llegó 17º a más de un minuto.

Pero, miren por dónde, al día siguiente camino de Jaén se formó una fuga relativamente numerosa. Cabello la vio venir y se filtró, mientras García Quesada quedaba detrás en el pelotón… sólo que cuando la escapada se conformó del todo, había tanta gente delante como en el ‘paquete’. Hasta 33 ciclistas se fugaron y el corte entró en meta con 20 minutos. Por fin, Cabello se puso de líder de la general. Y ya era sólo aguantar las dos etapas llanas que quedaban, como finalmente hizo. Ganó con 1’30” de ventaja sobre un jovencísimo Dani Moreno. Iba a ser su décima y última victoria como profesional. En casa y de una forma quizás no esperada. Pero siempre buscándola.

Fue el último triunfo de su dilatada carrera deportiva, que dejaría al año siguiente. Sin duda, un corredor distinto que supo buscar su espacio en el pelotón para trabajar cuando tocaba y lucirse si se daban las circunstancias.