Viajando donde las bicicletas: Flandes

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En un artículo anterior describí Flandes como la Meca del ciclismo. Evidentemente opinando así, no podría empezar esta serie, Viajando Donde las Bicicletas, en otro lugar que no fuera Flandes. Una serie cuya intención es trasladaros mi experiencia viajando de carrera en carrera como un simple aficionado a quién le gusta comer bien, en la medida de lo posible, y descubrir lugares relevantes en la historia del ciclismo o lugares con un encanto especial a ojos de quien les escribe.

En esta ocasión, la prueba que fui a descubrir ha sido De Ronde van Vlaanderen Summer Edition, más conocida en España como la edición de verano del Tour de Flandes. Sin lugar a duda una FIESTA de la BICICLETA en mayúsculas, en esta su primera edición. Y hablo de fiesta, porque las diferencias con las marchas cicloturistas que se celebran en España, o al menos las que yo conozco, son relevantes.

Para empezar, había una gran cantidad de recorridos a elegir según tu nivel deportivo (25, 50, 75, 110, 150 o 200 km) y no salían todos los participantes juntos, sino que cada uno decidía tanto el momento de empezar la carrera como el recorrido a realizar. Así pues, había participantes con diferentes condiciones físicas y con todo tipo de montura, desde familias con niños, pasando por gente de avanzada edad con bicicletas eléctricas, o las más tradicionales grupetas de amigos o clubes, sin que eso representara una molestia para el resto.

Esto, que bien puede llegar a chocar a los más puristas, contrariamente a lo que se puede llegar a pensar, en mi opinión no devaluaba la prueba en absoluto, ya que en realidad lo que nos unía allí a todos los presentes era el amor a la bicicleta, en cualquiera de sus formas o modalidades.

Para quien esté interesado en saber cómo es la prueba, os expongo ahora su funcionamiento: La prueba es cronometrada. A partir de la ruta de 75 km, el recorrido presenta la suficiente cantidad de desafíos, para que uno pueda sentirse orgulloso por el mero hecho de poderlo completar, ya que como se puede ver en la foto siguiente, se puede “disfrutar” de varios tramos de pavé y de todo un Molenberg con su 7% de pendiente media, y hasta un 14,2% de pendiente máxima.

El plato fuerte sin duda viene a partir de los circuitos de 150 o 200 km, que con excepción del Muur-Kapelmuur, presenta los principales puntos álgidos del Tour de Flandes profesional, como son el Koppenberg, el Paterberg, y el Kwaremont. Sinceramente ¿qué más se puede decir de estas subidas que ya no se haya dicho? Para mí fue como pisar Tierra Santa. No profundizaré mucho en su descripción porque cada una de ellas merecería un articulo en exclusiva, pero sí les puedo asegurar que su fama les es muy merecida. Cada una de estas subidas tiene su propia personalidad, pero todas por sí mismo son terroríficas. Mezclar una rampa dura y adoquines es la perfecta combinación para quien ama los desafíos.

Pero no son únicamente estas míticas subidas los únicos lugares que esta marcha visita (no me atrevo a llamarlas muros, porque según leí tiempo atrás, en el ciclismo únicamente existen dos muros como tales: Kapelmuur y Huy). La marcha transcurre por ejemplo por la calle donde se homenajea a todos los ganadores del Tour de Flandes, así como por Oudenaarde, ciudad donde está finalizando los últimos años la carrera y donde se encuentra el Centrum De Ronde Van Vlaanderen, el museo dedicado a la carrera profesional.

En este museo, además de numerosos vídeos de las diferentes ediciones del Tour de Flandes, se exponen colecciones de bidones, fotos y uniformes de diversos ganadores de la carrera. También podrás, si al igual que yo, no eres del tipo “deportista”, experimentar en primera persona, en una bicicleta estática, la sensación de pedalear en un tramo de pavé. Creedme es una experiencia única y tu percepción sobre la carrera cambiará radicalmente.

Por último, además de poder comprar cientos de llamativos souvenirs en la tienda del museo o de comer algo en la cafetería temática ubicada en la planta superior, tendrás la posibilidad de hacerte una foto en la simulación del podium de la clásica flamenca con Sagan, Boonem, Cancellara o Van Avermaet en tamaño real. Ojo, la bicicleta que hay al lado del podium, no es para utilizarla en la foto, sino que se trata de la bicicleta de Kristoff que está expuesta en este museo. Lo descubrí demasiado tarde ☹.

Para finalizar el día, como no hay fiesta sin banquete, los organizadores han preparado un evento donde todos los participantes pudieron reunirse a comer pasta, tomar una cerveza y disfrutar del espectáculo que nos prepararon. Sorprendentemente, aunque era para mucha gente, la pasta estaba muy buena pero el espectáculo era de difícil comprensión para los no flamencos, aunque lo más importante era compartir las experiencias del día con otros ciclistas.

Otra opción más que interesante a realizar el día previo o posterior a la prueba para estirar piernas, es visitar y rodar en el pequeño, pero encantador, velódromo de Defraeye– Sercu de tan solo 166,66 metros de longitud. Si es de vuestro interés se puede alquilar este singular velódromo enclavado entre casas residenciales de la ciudad de Rumbeke, bien para un grupo, o bien individualmente.

Rodar sobre el mismo con las diferencias que tienen las bicicletas de pista sobre las de ruta (especialmente por el hecho de no tener frenos y no poder dejar de pedalear) es otra experiencia que no podéis dejar pasar por alto. Del velódromo se puede visitar en la ciudad vecina de Roeselare, el recientemente reinaugurado museo del ciclismo Koers. Una delicia, sobre todo para los amantes del ciclismo “vintage” o retro, donde podréis admirar, entre otras cosas, maillots, carteles y bicicletas de la época de los 70 y 80.

Si sois de los que piensan que cerveza y ciclismo es una combinación perfecta, Bélgica sin duda tiene que ser vuestro destino. Además de poder hacer varias rutas en bicicleta por abadías donde podéis probar las cervezas que producen, podéis visitar a alguno de los productores del país.

En Bélgica hay aproximadamente 180 productores de cerveza entre grandes industrias internacionales y pequeños artesanos y las opciones son muchas y muy diversas. Últimamente, algunos de estos productores, provenientes de empresas familiares con tradición, están abriendo sus puertas a grupos de visitantes. En ese sentido son totalmente aconsejables las visitas a las fábricas de la Cervecería Román en la misma Oudenaarde, la empresa cervecera familiar más antigua del mundo con casi cinco siglos de antigüedad, o De Brabandere en Bavikhove.

Es esta última visita quizás la de mayor relevancia para los amantes del pedal, ya que este fabricante de la reconocida cerveza Petrus decidió tiempo atrás dejar de patrocinar el fútbol y apostar por el ciclismo como su medio de promoción. Para lo cual, además de patrocinar una gran cantidad de carreras y eventos ciclistas, creó una nueva cerveza totalmente enfocada a los ciclistas: la Kwaremont. Una cerveza ligera y fresca, con aroma a levadura belga, notas de especias y reminiscencias afrutadas.

En Bélgica manda la tradición que cada cerveza debe tener su propia copa, y la de esta cerveza tiene diversos guiños al ciclismo. Para empezar, tiene unos adoquines en la base de la copa, y la figura de un ciclista subiendo la misma. Para finalizar, la graduación de la cerveza 6,6º es equivalente al porcentaje de esta famosa cota que da nombre a la cerveza.

Pero como no sólo de bicicletas vive el hombre, es la intención de este articulo poderos mostrar otras actividades a realizar en el área. Recomiendo Gante como el centro de operaciones, tanto por la belleza de la ciudad, como por la proximidad a todos lugares aquí citados. Por no hablar de la posibilidad de moverse en bicicleta por toda la ciudad con la seguridad que da la especial atención que los coches dan a los ciclistas y disponer de aparcamientos especializados para bicicletas en el mismo centro.

El casco histórico de Gante es simplemente espectacular. Desde el Castillo de los Condes de Flandes, una gran fortaleza que se remonta a la conquista romana, y que se encuentra en pleno centro urbano; hasta las tres torres que identifican a la ciudad: la de la iglesia de San Nicolás, el Campanario Municipal, y la Catedral de San Bavón. Un paseo especialmente recomendable al momento de ponerse el sol.

En cuanto a gastronomía, Bélgica no tiene nada que envidiar a otros países. No en vano todos los buenos fans de Asterix y Obelix, pueden comprobar lo que supone para los belgas un “frugal” banquete como el que se ve en la aventura de estos dos Galos en el mencionado país. Además, la nacionalidad de Mannekenpix el cocinero de los Titanes en las 12 pruebas de Astérix no es otra que Belga, lo que deja bien claro la fama de buenos cocineros/comedores que tienen ellos, incluso para unos eruditos de la cocina como son los franceses.

Yo, particularmente, tuve la oportunidad de descubrir uno de los deliciosos platos típicos de la cocina flamenca, como son las croquetas de quisquillas, en el marco incomparable que ofrece la terraza de la Brasserie Kasteeltje en la ciudad de Rumbeke.

Extraordinariamente delicioso fue probar la carbonade en el restaurante Mémé Gusta, un estofado de carne con cerveza acompañado de unas deliciosas manzanas asadas, las típicas patatas fritas belgas y una sorprendente mayonesa con wasabi. Yo le hice caso a la gente local y me atreví a mezclar las patatas con el caldo del estofado y la mayonesa; atreveos y os deleitaréis. El restaurante evoca la comida de la abuela y realmente consigue generar un clima de comida casera chic. Los cócteles o la extensa carta de cervezas también son bien interesantes hasta para los paladares más sibaritas.

Bueno, si sois como yo, amantes del ciclismo y de disfrutar de buenos momentos, motivos no faltan para visitar tierras flamencas. Sea solo, con familia, pareja o amigos, disfrutaréis de una región que ama la bicicleta y que debe estar orgullosa de su rica gastronomía y oferta de cervezas. Y lo mejor de todo, hay un montón de carreras durante casi todo el año para hacer el viaje más interesante si cabe. Viajando al reino de la bicicleta, no lo dude: especialmente en verano, ¡Flandes es un destino 10!