¿Debe prohibir la UCI el paso directo de la categoría júnior al WorldTour?
La categoría júnior se está profesionalizando a marchas forzadas hasta el punto de que todos los equipos WorldTeam están invirtiendo tiempo, dinero y energía en controlar a los mejores ciclistas de 17 y 18 años del planeta tierra. Ahora el debate que está en el seno del ciclismo profesional pasa por una posible limitación: ¿debe la UCI prohibir el salto directo de júnior a WorldTour?
Dejando a un lado las anécdotas de un fichaje en concreto y analizando el fondo de la cuestión, son muchas las voces que consideran que el ciclismo debe reflexionar sobre la conveniencia de unos límites para ayudar a la formación de los corredores con un paso intermedio en sub-23. Esa es la visión que Zikloland ha podido palpar durante el desarrollo del campeonato de España de Granada.
Para empezar, la mayoría de los WorldTeam están creando equipos de desarrollo para formar a esos ciclistas de talento durante uno, dos, tres o incluso cuatro años. Son los llamados equipos de desarrollo (o developments). Esta solución parece más lógica para acompasar desarrollo físico y psicológico, pero incluye una dificultad pocas veces señaladas: el calendario para los corredores de estas formaciones está lleno de carreras sub-23… pero son pequeños Mundiales de la categoría, puesto que pruebas como Aosta, Giro Baby o toda la Copa de las Naciones reúnen constantemente a los mejores de la categoría y en el mejor momento de forma, por lo que apenas hay carreras «fáciles» para que los ciclistas puedan adaptarse o ir cogiendo la forma.
Los equipos ProTeam suelen apostar más por crear formaciones elite y sub-23, con lo que compiten en un calendario un poco más sencillo en ese camino de adaptación a la categoría profesional. Eso es lo que ocurre en España con Caja Rural, Kern Pharma, Euskaltel y Burgos. Los cuatro tienen un filial amateur y sus propias dinámicas de crecimiento escalonado, aunque son muchas las voces desesperadas por considerar que esta categoría está perdiendo su esencia e incluso su propia razón de ser.
Pero, ¿cuál es el proceso correcto? Una voz autorizada en el mundo del ciclismo profesional comentaba en Granada: «Ahora mismo todos tenemos más preguntas que respuestas. Los ciclistas jóvenes han disparado su rendimiento gracias a los nuevos sistemas de entrenamiento. Eso es algo cada vez más evidente, pero también es cierto que psicológicamente es difícil que crezcan a esa misma velocidad y que colocarles la responsabilidad de ser profesionales, con lo que esa vida supone en términos de sacrificio, viajes, concentraciones, entrenamientos…, no parece la mejor solución a largo plazo».
Esa misma voz añadía: «Entre todos hemos creado una pescadilla que se muerde la cola y de la que no sabemos cómo salir, pero que puede acabar provocando a medio y largo plazo la aparición de muchos juguetes rotos, ciclistas que tuvieron unas expectativas impresionantes, pero que no pudieron cumplir con ese sueño por una falta de coordinación entre esa expectativa y la realidad. Y lo que es peor: hablamos de corredores que dejaron de estudiar y jugaron solo la baza del ciclismo».
En el seno del pelotón incluso han surgido las primeras voces que apuntan la posibilidad de solicitar a la propia Unión Ciclista Internacional que existan ciertas limitaciones por las que el ciclista adolescente debería cubrir una serie de objetivos deportivos antes de llegar a la elite. Es más, algunos países han apuntado el veto al paso al profesionalismo hasta que se hayan disputado dos años como amateur o continental, pero esa decisión de forma individual no soluciona nada. Sólo podría servir si es global. Y tampoco es seguro que todos los equipos respalden esa posición, puesto que algunos sí que son partidarios de dar oportunidades directas desde júnior.
Lo que sí es cierto es que cada vez más existe un tono de preocupación en el seno de los equipos hacia la profesionalización existente en las categorías inferiores, con ciclistas que abandonan los estudios y que centran toda su vida en un entrenamiento profesional a edad adolescente con la esperanza de dar el salto al profesionalismo.