Cuando la Vuelta a España tuvo una gemela

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Los participantes. Foto: Cortesía de Guillermo de Portugal.

En 1995 la Vuelta Ciclista a España concretó su salto en el calendario de los hasta entonces habituales meses de abril y mayo al de septiembre, pero la organización de la ronda española no dejó huérfana la primavera.

Más allá de las otras pruebas de ruta que en aquellos días tutelaba y gestionaba, Unipublic apostó por un nuevo producto de vida fugaz, pero interesantísima factura. Un producto donde también las bicicletas eran las grandes protagonistas, aunque en esta ocasión se tratase de cuadros de geometrías distintas, de monturas con desarrollos diferentes y, sobre todo, de ruedas mucho más gordas y taqueadas.

Aquel 1995, sí, Unipublic puso en marcha la primera edición de la Vuelta a España de Mountain Bike. Unipublic y Last Lap idearon una prueba de nueve días, del miércoles 24 de mayo al jueves 1 de junio. Ocho etapas y una jornada más de descanso en el marco de un itinerario marcado por los traslados y en el que la disputa de circuitos tenía mucho peso dada la cobertura televisiva en directo de la que disfrutaría la nueva criatura televisiva.

Técnicamente aquella Vuelta no era una pionera en su sentido más puro, toda vez que un año antes, en 1994, se había organizado otra prueba por etapas para bicicleta de montaña que fue bautizada como la Transpain. Aquella cita, impulsada por Antonio Luna, en la que se impuso un danés llamado Michael Rasmussen, se centró para ese debut en la geografía andaluza y castellano-manchega; desde Jerez de la Frontera hasta Ciudad Real con escala en La Zubia y sus Cumbres Verdes y un descenso desde Sierra Nevada hasta Granada capital.

La Transpain volvería a los caminos al año siguiente. Y también tendría sus ecos en las postrimerías de la década; ya para entonces su impulsor principal había sido detenido en el marco de una operación antidroga con tentáculos en Suramérica.

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Una salida. Foto: Cortesía de Guillermo de Portugal.

La Vuelta era otra cosa. Y tenía el apoyo y la bendición de la otra Vuelta, la célebre, la conocida, la mediática. El negocio siempre estuvo en la ruta. Algunos de sus patrocinadores, de hecho, apuntalaban un proyecto que establecía un millón de pesetas para el campeón de la general y repartía dinero, en esta clasificación, entre los veinte primeros.

Además, esa primera Vuelta también contaba con clasificaciones por equipos (con otro milloncejo para la escuadra ganadora y pagos para las cinco primeras clasificadas), de metas volantes y por puntos. Contando también las partidas, individual y por equipos, previstas para los éxitos parciales, aquella Vuelta a España repartía un total de doce millones de pesetas.

El mountain bike tenía mucho tirón en esos momentos en España. Madrid, su Casa de Campo, se había convertido en un santuario para las ruedas gordas gracias a esa Copa del Mundo en la que John Tomac, Thomas Frischknecht, David Tinker Juárez o Nicolás Ruiz, Nikomoto, entre otros muchos, se batieron el cobre ante decena de miles de espectadores.

A las dos de la tarde del 24 de mayo de 1995 comenzaban a pedalear 80 corredores repartidos en veinte equipos, cuatro por escuadra. Ocho formaciones foráneas y doce españolas entre las que se encontraban el holandés American Eagle, el belga GT International, el italiano Kastle International, los británicos del Team Raleigh, los alemanes del Scott International, las selecciones de Dinamarca y Rusia y, desde Estados Unidos, el Specialized; sin olvidar, claro, a los locales Coronas-Canarias, Fox-Trek, Grisley, Guk-JAM, Kona, JVC Videocámaras, Liberto-Megamo, Marin, Model Sports-Conor, Orbea, Sunn y Schauff Continental.

Muchísimo nombre mítico en la nómina de participantes. Por ejemplo el danés Henrik Djernis, campeón mundial, tres títulos consecutivos entre 1992 y 1994. O el británico Barris Clarke, un icono dentro de los círculos británicos que lograría en España sus mayores éxitos fuera de las islas. El también danés Jesper Agergaard, tuteaba a los mejores con sus veinte añitos. El alemán Lado Fumic, con idéntica edad, comenzaba sus primeras pedaladas en la élite. Franceses, daneses, suizos, holandeses, británicos,…

Juan Carlos Garro, Manuel M. Costa, José Comesaña, Albert Balcells, José Márquez, Fernando Ocaña, Guillermo de Portugal, Paco Plá o Jokin Mujika eran algunos de los mejores exponentes nacionales.

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El parque Juan Carlos I de Madrid, inaugurado tres años antes, acogía el prólogo de una carrera que concluía en el Monte Naranco de Oviedo. Y entre medias, una escalada desde el centro peninsular hasta Asturias a través de Castilla y León; una escalada articulada con traslados, neutralizaciones y muchos desgloses en doble sectores que ofrecían una primera parte, matutina, más rutera, un punto a punto sólo válido para la general por equipos, y otra, vespertina, adaptada a las necesidades televisivas gracias al diseño de circuitos.

El periplo incluía enclaves de gran belleza. Como una salida bajo el acueducto de Segovia, como unas pedaladas sobre el Camino de Santiago, como el circuito en el Cuito Negro que visitaría años después la Vuelta a España del asfalto.

Esta Vuelta a España en Mountain Bike contaba con una esmerada cobertura televisiva. A través de La 2 se emitía en directo una hora. Los circuitos salieron muy agraciados. Varias cámaras fijas, otra a lomos de una moto de cross y las tomas desde el helicóptero se encargaban de desmenuzarlos.

A los comentarios de Jesús Fraile se le sumaban los del exciclista de carretera Peio Ruiz Cabestany. El guipuzcoano seguía la carrera desde dentro, a lomos de una bici y con total libertad en los circuitos. Arrancaba. Paraba. Cruzaba. Se anticipaba. Esperaba. Siempre con criterio y salvando las distancias con la carrera. Equipado con un micrófono para interaccionar con Fraile o para aportar lo que veía en directo, además su bicicleta portaba una cámara desde la que se captaban imágenes on board. Estamos, recuerden, en 1995.

Aquella primera Vuelta a España concluyó con la victoria final del británico Barris Clarke. Cuatro horas y media, algo más, de tiempo acumulado. Una media ligeramente superior a los 23 km/h.

Juan Carlos Garro portó el liderato durante tres jornadas. El corredor de Orbea, primer ganador en Madrid, controló bien a Clarke hasta la etapa de Valladolid. El navarro comenzó allí su calvario de averías. Un pinchazo le retrasó prácticamente desde la primera vuelta y acabó cediendo cinco minutos y cayendo hasta la octava plaza de la general.

Y un nuevo pinchazo condicionó la ofensiva con la que respondió en Ponferrada, donde acabó tercero y volvió a ceder tiempo respecto al líder del Raleigh. El liderato de las metas volantes sería cosa suya, pero el de la regularidad se marcharía a las espaldas de un Clarke que además disfrutaba de dos victorias de etapa.

El jovencísimo danés Jesper Agergaard y el murciano Manuel M. Costa acompañarían a Clarke en el cajón final. La selección danesa, además, lograría la victoria por equipos. Y Costa, ganador de la última etapa, firmaría una particular gesta: la de competir con una fractura en su muñeca que prácticamente le impedía accionar las manetas.

Recorrido

Prólogo (24 de mayo, miércoles).
• Parque Juan Carlos I (9 km)

Primera etapa (25 de mayo, jueves).
• Primer sector: Collado Villalba-Collado Villalba (13,5 km CRE).
• Segundo sector: Collado Villalba-Collado Villalba (12 km; 4 giros a circuito de 3 km).

Segunda etapa (26 de mayo, viernes).
• Primer sector: Segovia-Destilerías DYC (30 km).
• Segundo sector: Destilerías DYC (10 km; 4 giros a circuito de 2,5 km).

Tercera etapa (27 de mayo, sábado).
• Primer sector: Guijuelo-Salamanca (48 km).
• Segundo sector: Salamanca (13,5 km; 3 giros a circuito de 4,5 km).

Cuarta etapa (28 de mayo, domingo).
• Primer sector: Peñafiel-Valladolid (56,5 km).
• Segundo sector: Valladolid, Ciudad Parquesol (12 km; 5 vueltas a circuito de 2,5 km).
Jornada de descanso (29 de mayo, lunes).

Quinta etapa (30 de mayo, martes).
• Primer sector: Astorga-Ponferrada (46,7 km)
• Segundo sector: Ponferrada (9 km aprox.)

Sexta etapa (31 de mayo, miércoles).
• Brañillín-Cueto Negro-Brañillín (6,5 km)

Séptima etapa (1 de junio, jueves).
• Oviedo-Monte Naranco (11 kilómetros: línea de 2 km y tres giros a circuito de 3 km).

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