Reflexiones sobre la Vuelta (I): el final que merecía la UCI y el ciclismo

Reflexiones sobre la Vuelta (I): el final que merecía la UCI y el ciclismo

Ahora sí. La Vuelta a España de 2025 finalizó. Y es el momento de realizar una serie de reflexiones globales sobre todo lo acontecido en las últimas semanas y sobre el futuro del ciclismo. Desde la frialdad de no tener por delante más etapas y asumiendo que sólo queremos hablar de deporte, ahí va la primera idea global: el ciclismo, la Vuelta y el propio país de España tuvieron el final que merecieron. Empecemos por el principio: el fracaso del ciclismo.

La Vuelta a España de 2025 acabó con una etapa final caótica que vino a poner el borrón definitivo a una edición en la que todo lo que podía salir mal, salió peor. Y es el momento de buscar culpables. Y como este deporte está regido por la Unión Ciclista Internacional, debemos mirar a la institución y, por supuesto, también a su presidente: David Lappartient.

El francés no ejerció ningún tipo de liderazgo en esta crisis de nivel global y crítico. La UCI emitió un comunicado hace ya tantos días que el papel debe estar tomando tintes de color amarillo, pero su presidente no tomó nunca las riendas de la situación. El presidente de la UCI, en definitiva, estuvo desaparecido en combate y comentando la situación por Twitter, aunque ni siquiera en eso fue demasiado activo. Eso sí, reflejó una preciosa foto de un grupo de personas importantes en el mundo del ciclismo, todos ellos bien trajeados y con un precioso paisaje de fondo. Lo mejor es la sonrisa que muestran en la instantánea. En teoría, ese día hablaron de la seguridad del ciclismo y lanzaron un mensaje de apoyo a la Vuelta… a miles de kilómetros del problema.

Mientras eso ocurría, los ciclistas veían cortado su paso por las carreteras, más de un corredor se iba al suelo, Javier Romo tenía que abandonar la carrera, salían a competir sin saber cuándo ni dónde iba a estar la línea de meta y si los tiempos iban a poder ser tenidos en cuenta… Con todas esas circunstancias, quedarse en Suiza para hacerse una foto y sacar un comunicado viene a certificar que la Unión Ciclista Internacional ha fracasado en su primer deber: la defensa del ciclismo y de las competiciones. Y que el presidente pasará a la historia por no haber sabido estar a la altura de unas circunstancias tan delicadas como las vividas en la Vuelta.

Cuando hay una crisis tan grave como la vivida en la Vuelta, el presidente de la UCI debe estar al pie del cañón, debe subirse en el coche del organizador para que la Vuelta sienta el respaldo en primera persona, debe llamar al presidente del Comité Olímpico Internacional y pedirle que ocupe otro lugar destacado en ese mismo coche, debe hacer lo propio con el presidente del Gobierno de España… sabiendo que muchos le van a decir que no, que no quieren salir en esa foto, que no quieren líos ni compromisos, pero es él, el presidente de la Unión Ciclista Internacional, el que debe estar en primera persona viendo los problemas y buscando las soluciones y generando la presión al resto de instituciones públicas y deportivas para que nadie pueda mirar hacia el otro lado.

En ese sentido, si uno recuerda la figura de personas como el valenciano Luis Puig, presidente de la propia UCI hace muchos años, jamás lo imagina sentado en un despacho, haciéndose fotos en Suiza y escribiendo un par de comentarios en Twitter mientras espera a que el problema se resuelva por generación espontánea. Así es imposible encontrar una solución. Por eso y por desgracia, tuvimos en Madrid el final merecido a semanas de inacción del propio ciclismo, un deporte que, una vez más, no ha sabido defenderse.

FOTO: @DLAPPARTIENT