Evenepoel constata en la Itzulia todas sus limitaciones
Foto: Luc Claessen-Getty Images / Deceuninck-QuickStep
El belga Remco Evenepoel es un fenómeno del ciclismo. Con solo 22 años -sí, está en su última temporada como sub-23-, su palmarés resulta realmente increíble. Pero también empieza a apuntar un problema: la capacidad de respuesta frente a puertos con rampas superiores al 10%. Y ese problema puede lastrarle mucho en el futuro.
Remco Evenepoel es el niño maravilla del ciclismo mundial. Con 22 años ya sabe lo que es ganar la Clásica de San Sebastián, el campeonato de Europa de contrarreloj, las generales de Bélgica (2), Algarve (2), San Juan, Burgos, Polonia, Dinamarca… o clásicas como Bernocchi, Druivenkoers y Bruselas. Y todo ello dejando atrás triunfos parciales o incluso segundos puestos tan importantes como el subcampeonato mundial de contrarreloj individual. Lo dicho, un palmarés sencillamente espectacular.
Pero también es cierto que en esa pared de ladrillos de oro se empiezan a dejar sentir algunas fisuras. Una de ellas fue tradicionalmente su falta de habilidad para los descensos. En la Itzulia (País Vasco), Evenepoel afirma que lo ha mejorado: «No he aprendido nada del último día de la Itzulia; quizá he aprendido que puedo bajar muy bien un puerto«. Lo cierto es que habrá que verle en acción en una bajada técnica con luvia y con presión, terreno en el que hasta ahora ha tenido dificultades más que serias.
El otro problema que se intuye en la evolución deportiva de Remco Evenepoel es la dificultad para contestar a los ataques de los escaladores más puros en puertos por encima del diez por ciento, algo que ya le ocurrió en Valencia frente a Vlasov. El propio corredor belga lo reconoce: «En la Itzulia sólo me quedé cuando me atacar. Luego, la diferencia se ha mantenido. No fue un mal día«. Por tanto, si no fue un mal día resulta evidente que Evenepoel tiene dificultades con los puertos de más pendiente, algo lógico para un corredor de su fisonomía y por lo que en un futuro parece más lógico que puestos a pelear por grandes vueltas se centre más en el Tour de Francia que en carreras como Giro o Vuelta donde suele haber más puertos de pendiente alta.
El último detalle que debe mejorar es la gestión de su ímpetu. En la Itzulia, por ejemplo, se le vio lanzar un poderoso sprint para ganar la bonificación justo antes de empezar un puerto en el que rápidamente pasó un momento malo y cedió frente a sus rivales, lo que demuestra que ese esfuerzo le había sobrado por completo. En ese punto en concreto también la dirección deportiva debe asumir la diferencia entre clásicas y vueltas y transmitir a Evenepoel la tranquilidad necesaria para resistir todos los días y todos los momentos de tensión dentro de cada día.
Sin embargo, lo único que ha demostrado hasta ahora Evenepoel como ciclista es que cada vez que tiene una limitación, la destruye con la potencia de sus piernas. Así que no demos por enterrado a un corredor que con 22 años ya suma un palmarés que el 99% de los ciclistas jamás lograrán en toda su trayectoria deportiva.