Tenemos madera para soñar, por Javier Ruiz de Larrinaga

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Regresaba el martes pasado tras mi última gira por Bélgica -feliz por el gran Mundial que logramos hacer en Bieles; bastante vacío, agotado en las últimas pruebas por lo larga que ha sido la temporada- y reflexionaba durante el viaje, como en tantos otros durante el invierno, sobre cómo está evolucionando el ciclocross en España.

Me hace feliz ver que en los últimos tres años está todo subiendo un poco. La participación se ha incrementado en la gran mayoría de las pruebas de nuestro país. La gente se está animando a salir al extranjero y a las Copas del Mundo con sus propios medios, y es que corriendo en España no se avanza ni mucho menos como lo harías compitiendo fuera. En su momento, tanto yo mismo como Aida Nuño y mi equipo lo comprendimos, y los jóvenes, y quienes les apoyan, lo han entendido igualmente y están logrando unos resultados magníficos.

A la vez y como con todo, no puedo evitar pensar en que seguimos siendo una disciplina ‘pequeña’, con pocos practicantes y con aún menos medios. Además, los tres ciclistas que estamos dando más la cara a nivel élite somos ya de edad avanzada… y lo poco que nos queda mete mucha presión al futuro, a lo que viene por detrás. No puedo hablar por Aitor Hernández ni por Ismael Esteban -tampoco por mi compañera de equipo Aida-, pero soy consciente de que mi retirada se va acercando. Y cuando lo dejemos, Felipe Orts y Kevin Suárez van a llevar sobre sus hombres una gran carga… y no digamos ya la siguiente generación.

Sobre esa falta de efectivos que señalaba antes influyen las estructuras del ciclismo en España. Está el problema de los equipos: para tener apoyos, frecuentemente tienes que enrolarte en un equipo de carretera o de mountain-bike, y en el caso de los primeros, la mayoría no permiten a sus corredores hacer ciclocross. Lo entiendo -tiene sus riesgos, es un desgaste importante en pretemporada-, pero a la vez me duele que no tengamos infraestructura propia de CX en nuestro país como para sostener que haya trayectorias ciclistas como las del extranjero.

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Veo también una falta de confianza, o un ‘no saber escuchar’, de los organizadores y organismos federativos con los corredores. Se ha dado un paso crucial para que muchas carreras importantes en España tengan categoría C2, y eso nos pone en una ventaja enorme, de cara a las posiciones de salida en carreras belgas o neerlandesas, con respecto a otros países. Sin embargo, se sigue sin evitar que coincidan Copas del Mundo o grandes citas internacionales con nuestra Copa de España. Y si precisamente hacemos la diferencia, en puntos, con las pruebas C1 o C2 que corremos en nuestro lugar de origen, es una pena que perdamos esa ventaja por falta de planificación.

En cuanto a los circuitos, y alabando los esfuerzos que todos los organizadores -casi siempre voluntarios- hacen para sacar pruebas adelante, me gustaría que se mirase algo más hacia afuera. El ciclocross es una disciplina técnica, pero también física. Se tiende desde tiempo atrás a dibujar trazados excesivamente revirados, donde no se puede tirar de ‘motor’ y hacer valer la fuerza física. Y luego, cuando un junior o un sub23 sin experiencia salen a competir al extranjero, ese cambio brusco se nota.

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Puede que nos falten las infraestructuras o posibilidades logísticas para tener montajes como los de Bélgica, pero no tenemos nada que nos impida equilibrar físico y habilidad en nuestros circuitos. Si ya consiguiésemos que se valorase un poco más al corredor local, sobre todo cuando se apuesta por traer a ciclistas extranjeros pero se desprecian las ‘coberturas’ a los nuestros, seguro que mejoraríamos todavía más.

Y no me quiero quedar solo con lo negativo. Tenemos madera para soñar con un futuro muy prometedor. Ismael ya logró en Fiuggi un 12º puesto en toda una Copa del Mundo. El subcampeonato mundial sub23 de Orts ilusiona. Lo que hizo Feijoo en Zolder, también. La progresión de Kevin. Los Cullell, Feijoo, Xabi Murias, Alberdi o las González.

Tenemos que tratarles a todos con calma y paciencia. Valorar que en el CX no solo cuenta el físico, y que la salida, los percances o la buena fortuna juegan su papel. España quizás no está para ser potencia mundial del ciclocross a corto plazo, pero vienen unos años muy interesantes. Si corregimos esos aspectos, nuestros corredores van a dejar de ser una incógnita para convertirse en certezas. Y eso que ganaremos todos.

Javier Ruiz de Larrinaga, cinco veces campeón de España y 16º en el último Mundial CX

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