De la fallida Vuelta a España Femenina de 2003

De la fallida Vuelta a España Femenina de 2003

El diario El Mundo se hacía eco del proyecto de la Vuelta femenina.

En la jerga periodística se suele emplear el término “percha” para explicar, asociar o justificar la publicación de ciertos contenidos que van de la mano de la actualidad.  Un hecho sucede; e inspira reflexiones, comparativas o acercamientos dentro de un período de tiempo más o menos acotado. Bien pudiera ser el caso, por ejemplo, de la reciente Vuelta Ciclista a Colombia femenina y el argumento de las próximas líneas.

La celebración de la primera es la percha para acercarse a la inspiración de las segundas. La ronda cafetera se ha estrenado en este mes de noviembre de 2016 con éxito final para Ana Cristina Sanabria, bastante eco y promesas de futuro sobre el ascenso de categoría y los primeros pasos hacia una mayor internacionalización. Buenas noticias para Colombia y el ciclismo femenino universal que, paralelamente, invitan a recordar sobre una malograda tentativa que tuvo lugar en España hace ya más de diez años: el proyecto de la Vuelta Femenina proyectada para 2003.

En España, la cuestión de las rondas por etapas femeninas viene liderada por la Emakumeen Bira. La gran carrera vizcaína, tan ninguneada por la Unión Ciclista Internacional con la creación del WorldTour femenino, es la abanderada. El calendario estatal, comparativamente, es coto de las pruebas de un día. Pero la Bira no ha sido en absoluto una rara avis. Castilla y León, Navarra, Mallorca, El Bierzo o la extremeña Vuelta a la Mancomunidad de la Serena han albergado alguna que otra vuelta por etapas. A diferencia de Francia o Italia, con sus respectivos Tour y Giro también para féminas, si bien con otras denominaciones en ocasiones por cuestión de marcas registradas, en España nunca se había contado con una ronda nacional. Una entelequia.

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Joane Somarriba, en el 2000.

Allá por diciembre de 2002 comenzó a publicarse sobre el proyecto de una Vuelta a España femenina en el que venía trabajando la empresa Comunicación, Deportes y Promociones (CDP). Los primeros pasos ya se habían dado en 2001, pero a esas alturas el proyecto parecía estar muy avanzado. Tras no pocos esfuerzos se había conseguido el visto bueno de la Unión Ciclista Internacional, que otorgaba las fechas comprendidas entre el jueves 3 de abril y el sábado 12 de 2003.

Y la idea contaba con el apoyo de la Federación Española y del Consejo Superior de Deportes, entre otros organismos y sin olvidar a Unipublic, que aportaba sus infraestructuras. Al frente, Bernardino Lombao ejercía de maestro de ceremonias.  El mediático preparador físico, que asesoraba al entonces presidente del Gobierno José María Aznar, era uno de los cofundadores y el director general de CDP. Pero creía en su proyecto; consideraba que era factible ‘per se’ y  negaba toda petición de favores a su pupilo, recalcaría en varias entrevistas.

El millón de euros de presupuesto inicial previsto para la organización de la carrera no terminaba de cerrarse y una revisión de las cifras rebajó a 750.000 euros las necesidades económicas para abordar el proyecto. Lombao señalaría que varias empresas habían sido tocadas y que varias apreciaban mucho la propuesta, pero para ediciones futuras.

Alguna firma abandonaba el mercado ciclista, lo que dificultaba las aprobaciones. Como Telefónica, que acababa de concluir una relación con la Vuelta iniciada en 1999. Fatal resultó la ausencia de esa gran empresa que sustentase el gran premio y lograse una mayor exposición. Esos euros, se publicó sobre 240.000 en una ocasión, de  180.000 en otra, fueron el desencadenante de la parada en seco de todo el proyecto. En enero, con el anuncio del aplazamiento, se esbozaría la persistencia de cara a 2004, pero todo se diluiría.

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Noticia de la financiación de la Vuelta femenina en el diario AS.

“Tenemos casi todos los elementos necesarios para convertir la carrera en un gran acontecimiento deportivo internacional, como la concesión de las fechas solicitadas, el compromiso de TVE para la cobertura de la carrera, la participación de los mejores equipos del mundo, y el recorrido completo, gracias al apoyo de Ayuntamientos, Diputaciones y Comunidades Autónomas, aparte de contar con un equipo técnico con una gran capacidad organizativa. Sin embargo, nos falta completar la gestión comercial. Los esponsors se han mostrado un poco reacios al ser un evento que se organizaba por primera vez y ser deporte femenino. Y desgraciadamente sin un patrocinador principal, es imposible poner en marcha una competición como ésta”, señalaba en enero de 2003 Lombao.

Ni el apoyo de la televisión que se había anunciado fue suficiente reclamo para los patrocinadores. Televisión Española garantizó la cobertura en directo de la última etapa y las dos que se celebrasen en fin de semana, además de cobertura en sus telediarios y un resumen diario de media hora. Con salida en la localidad tarraconense de Vilaseca de Mar y final en Málaga, Lombao había imaginado un trazado muy levantino desde Cataluña hasta Andalucía.

Nueve etapas pondrían en juego el liderato final. Sobre el trazado tan costero y la media de kilometraje para las etapas, 110 kilómetros, Lombao señalaba: “Por la costa por el clima y corto porque es principio de temporada y teníamos que atenernos a un calendario, no porque ellas no puedan hacer las mismas etapas que los hombres”.  Sobre la falta de apoyos económicos Lombao tuvo que negociar alguna situación fuera de lugar. Ante la falta de ese gran patrocinador, Jesús María Amilibia, en una entrevista concedida por Lombao al periódico La Razón, le preguntaba con muy mal gusto: “¿Ha probado con Tampax?”.

No son pocos testigos de aquellos días que piensan que la Vuelta a España Femenina no dejó de ser nunca una entelequia por esa sucesión de hechos y cifras que extinguieron todas las buenas voluntades.

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