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Tour Francia: Una montaña exigente buscando nuevas fórmulas

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Una instantánea del pasado Dauphiné. Foto: ASO / Alex Broadway

Aunque haya solamente tres llegadas en alto, no se puede decir que sea poca la montaña de este Tour de Francia, que se disputará entre los días 7 y 29 de julio. Tanto Alpes como Pirineos ofrecerán dureza, puertos inéditos, encadenados… y, eso sí, una apuesta clara por las etapas cortas y explosivas, incluyendo la etapa en línea más corta de la carrera.

Durante las tres semanas, diversos serán los puertos inéditos en el Tour, empezando por dos de las tres llegadas en alto, de La Rosière y Saint-Lary-Soulan por el Col de Portet, el premio Henri Desgrange de esta edición. A su vez, tampoco faltarán los clásicos como Madeleine, Croix de Fer, Alpe d’Huez, Aspin, Tourmalet o Aubisque, buscándole nuevas intenciones.

La media montaña empezará a asomar en la primera semana camino de Quimper y con el Mûr de Bretagne (5ª y 6ª etapa) en un primer bloque que se cierra con la temida etapa de Roubaix, pero los primeros puertos largos no se verán hasta después del primer día de descanso. Será entonces cuando el pelotón baje hacia los Alpes, que llegan de sopetón al inicio de la segunda semana, especialmente con la imprevisible etapa de La Rosière y una etapa muy selectiva camino de Alpe d’Huez.

Novedades y el encadenado Romme-Colombière para empezar la alta montaña.

Un tradicional encadenado alpino camino de Le Grand-Bornard estrenará la alta montaña: Croix Fry, Col de la Romme y Colombière serán los grandes puertos de una etapa que también incluye en su primera mitad la subida inédita a Glières, con más de 10% de pendiente media y dos kilómetros sin asfaltar.

Camino de La Rosière se verá la primera apuesta por las etapas cortas (solamente 108,5 kilómetros), eso sí, con tres puertos de paso y dos de categoría especial, mientras que los 5.000 metros de desnivel positivo camino de Alpe d’Huez bien podrían ser considerados la etapa reina: los interminables Madeleine y Froix de Fer añadirán dureza a una llegada en alto que siempre es decisiva.

Nada menos que cuatro grandes puertos en la etapa de Alpe d’Huez.

La media montaña vuelve en los días finales de la segunda semana, con el final en Mendé en la 14ª etapa y una 15ª etapa con final en Carcassonne, que imita el recorrido de la etapa final de la Route d’Occitanie, donde Alejandro Valverde y Luis León Sánchez se exhibieron a pesar de tener el Pic de Nore (1ª categoría) a casi 70 kilómetros de meta.

Y justo después del segundo día de descanso llegarán los Pirineos, que marcarán la semana final, si bien los favoritos saben que tendrán delante la contrarreloj final en la penúltima etapa. Unos Pirineos que, por una parte, no olvidan la esencia de la carrera, con dos etapas de 200 kilómetros que encadenan todos los puertos míticos con final en Bagnères-de-Luchon (Aspet, Menté y Portillon por el camino) y Laruns (Aspin, Tourmalet y Aubisque serán protagonistas), pero que a su vez tendrá la etapa en línea más corta en la historia del Tour.

El Tour apuesta por la explosividad en la etapa más corta de su historia,

Serán solamente 65 kilómetros, pero sin descanso: Peyragudes, Val Louron-Azet y final en alto en Col de Portet, buscando las etapas explosivas que han contribuido a un nuevo espectáculo en los últimos años, dejando clara la apuesta de los organizadores de buscar nuevas fórmulas de desarrollo de las etapas de montaña.

La montaña de esta edición se despedirá con este encadenamiento pirenaico.

Alpes

Media montaña

Pirineos

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