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Taylor Phinney sueña con ganar la Paris-Roubaix

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Foto: Ashley Gruber, Jered Gruber || Gruber Images

Hace siete u ocho años, cualquier persona del mundillo ciclista a la que se preguntase por Taylor Phinney no tendría calificativos ante tal promesa de futuro. Generación del 90, un poderío terrible como rodador y nada menos que 12 victorias en su primer año con profesionales -entre ellas la París-Roubaix sub23- hacían presagiar un contrarrelojista y clasicómano de primerísimo nivel mundial.

Pero la fractura de tibia y peroné durante los Campeonatos de EEUU contrarreloj, en 2014, hicieron saltar por los aires todos sus planes. Phinney se cayó, golpeó contra un guardarrail y acabó 15 metros más abajo. Desde el momento en que tomó consciencia de lo que había ocurrido, supo que aquello era grave. Ahí se truncó, con 24 años, lo que iba a ser una carrera deportiva de primerísimo orden.

Tardó 14 meses en volver a competir, ya en agosto de 2015. Desde entonces, Phinney ha ganado poco. Lo último, precisamente el campeonato de su país un año más tarde. Luego cambió de BMC, donde llevaba seis campañas, al Cannondale y ahora empieza a redefinir sus objetivos. A encontrar el camino que perdió. Y fija un objetivo para volver a ganar.

Foto: Ashley Gruber, Jered Gruber || Gruber Images

Ahora a los 28 años el norteamericano ha renovado su contrato con el EF Education First-Drapac de Jonathan Vaughters, con el que cumplirá su tercer año. A día de hoy asegura que no se ve en otro equipo: «Es el único en el que correría hoy por hoy, porque no te trasladan tanta presión. Claro que el objetivo es ganar, y es muy importante, pero también hay un ambiente en el que puedes ser sincero con todo el mundo del equipo», dice el estadounidense.

Pero si algo positivo tuvo para él la temporada que ya termina ha sido su reaparición a gran nivel en una prueba como la París-Roubaix, donde ha firmado la octava plaza. El ‘Infierno del Norte’ es directamente su pasión. La carrera que más le gusta y sueña con ganar también en categoría absoluta: «Es por el drama que tiene. Hay otras en Bélgica que son también muy duras, pero Roubaix está a otro nivel. Además, en unos tiempos en que las carreras cambian sus recorridos para favorecer a ciclistas ligeros, creo que este es el único tipo de carrera en la que rendiría bien por mi peso», explica.

Las clásicas de piedras serán, por tanto, su principal objetivo en 2019. Y la presencia de Sep Vanmarcke en el equipo es beneficiosa para él precisamente por eso: le quita presión. «Aquí no tienes que ser de un modo o actuar de un modo. Te dejan explorar y descubrirte a ti mismo«. Y en eso está Phinney. En seguir descubriéndose y encontrar al clasicómano que busca.

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