El ciclismo es, cada vez más, un deporte donde la frontera entre el éxito y el fracaso es tremendamente fina. De hecho, sus participantes saben que el más mínimo error puede costar una carrera. Quizá por ello, cuando se produce una victoria que no se explica con la lógica de la planificación y la previsibilidad, se produce una fascinación tremenda. Son ese tipo de triunfos con los que sueñan los expertos en el deporte y en las predicciones, que viven estas situaciones con la misma ilusión que el que recibe un bono cumpleaños casino.
Sin embargo, cuando se dan estos casos, hay muchas personas que no creen en el azar, y que se afanan en buscar una respuesta racional a un hecho inesperado. En su interior están convencidos de que el deporte no se rige por el mismo patrón que juegos como la ruleta, el blackjack o el póker, y que explicar el origen de algo en la aleatoriedad está completamente alejado de la realidad.
En torno a esta cuestión han surgido numerosos debates. Y es que el deporte, y concretamente el ciclismo, se ha estudiado tan al detalle, que se ha llegado a la creencia de que es posible controlarlo absolutamente todo. Por el contrario, hay personas que siguen defendiendo que lo imprevisible está presente, y que es imposible dominar todas las variables que pueden darse.
En este texto vamos a analizar todo este tema desde diferentes puntos de vista, con el fin de poder llegar a una conclusión común y de ver qué elementos condicionan hasta el limite la influencia de la imprevisibilidad en una especialidad como el ciclismo.
La importancia de las condiciones externas
Al ser un deporte al aire libre, las pruebas ciclistas pueden verse influenciadas en gran medida por la situación meteorológica. El viento, la lluvia o la temperatura pueden cambiar de forma radical una carrera o una etapa, convirtiendo algo tranquilo en una batalla absolutamente épica.
Es evidente que el suelo mojado o rachas de aire muy fuertes pueden provocar caídas, mientras que un termómetro en valores altos puede condicionar el rendimiento físico. Es así como muchos deportistas de la bicicleta han conseguido llevarse pruebas para sorpresa de todo el mundo.
Es algo que no se puede preparar de forma excesiva, aunque quizá una buena capacidad de adaptación a todos los entornos sea una característica decisiva.
La relativa importancia de la suerte
La creencia de que la fortuna no existe y, por tanto, no determina nada, es totalmente incorrecta. En ciclismo, un pinchazo, una caída o cualquier problemática de un rival, abre una gran ventana de oportunidad. Esto ha favorecido históricamente a muchos deportistas.
Sin embargo, como se ha dicho en innumerables ocasiones, a la suerte hay que ayudarla. Todos esos ciclistas que se vieron beneficiados por el percance de un rival se encontraban en una buena posición para aprovecharse de esa circunstancia. Por mucha suerte que tengas, si vas último, no sirve de nada el efecto del azar.
La innegociable relevancia de la preparación
Hay que dejar claro que cualquier victoria, sea en las condiciones que sea, viene determinada por muchas horas de entrenamiento y estrategia. Y es que un ciclista debe mantener una buena preparación física y, a la vez, una gran capacidad de entendimiento de lo que debe hacer en carrera para maximizar sus opciones.
Por eso, cuando un corredor gana de forma inesperada y aprovechando las circunstancias, el equipo le da un valor enorme. Primero, por el hecho de conseguir una victoria, pero también porque son conscientes de la cantidad de horas de preparación que hay detrás de ese triunfo.
Posibilidades en todos los contextos
Se tiende a pensar que estas victorias inesperadas únicamente se dan en contextos menores, y que es casi imposible que un corredor con el que nadie contaba triunfe en una gran prueba. Sin embargo, la historia de rondas como el Tour de Francia, el Giro de Italia o La Vuelta a España, nos muestra que esa creencia es totalmente errónea.
Situaciones como caídas masivas, la influencia negativa de las motos de televisión, las condiciones meteorológicas… todas han influido en el desenlace de muchas etapas de estas pruebas. Lo importante es estar ahí y aprovechar la oportunidad.
Uno de los grandes ejemplos de que esto es así es el ciclista español Oscar Pereiro. Ganador del Tour de Francia en 2006, su situación en la clasificación general era muy mala tras la etapa 12, hasta el punto de pensar en abandonar. Sin embargo, en la 13, hizo una espectacular escapada del pelotón, al que sacó la increíble diferencia de tiempo de media hora. Se aprovechó de que nadie se fijaba en él por ir con mucho tiempo perdido, y acabó reventando la carrera y proclamándose campeón.
Su ejemplo muestra cómo, hasta en los contexto más complicados, existe la posibilidad de aprovechar oportunidades que da el azar y la suerte. Lo clave en esos momentos, es estar en el lugar correcto y tener las capacidades para poder hacer frente a ese envite.