Fusionar dos equipos en una única estructura nunca es sencillo. A largo plazo, existe el riesgo de que en el futuro tengas dos almas conviviendo en un único cuerpo con rencillas entre los diferentes grupos. Pero en el corto plazo hay un reto todavía más grande y que pasa por asumir que una fusión es siempre una solución… cuando hay un problema económico serio. Y eso es lo que ocurre con Lotto e Intermarché.
La historia de la fusión entre Lotto e Intermarche es la historia de la fusión de dos equipos que por separado venían arrastrando problemas económicos y que no tenían el músculo financiero posible para mantenerse en una elite mundial cuyos costes se han disparado en los últimos años. En ese sentido, se ha sabido que el equipo Intermarché acumulaba casi tres millones de euros de deuda.
Con la fusión, Lotto e Intermarché tienen un segundo problema: sobran corredores y auxiliares. Así que ahora entran en la fase de reducir costes mientras intentan sumar los contratos de patrocinio para incrementar los acuerdos con una nueva distribución de espacios en el maillot. El problema es que la coordinación y el conocimiento real de la operación ha llevado al nuevo equipo directivo a tomar decisiones improvisadas y caóticas. Por ejemplo, le explicaron a los empleados de Lotto que no despedirían a nadie… y luego han despedido a muchas personas.
Pero lo más curioso ha llegado cuando más tarde han pedido a algunos mecánicos que vuelvan a aceptar sus antiguos contratos, puesto que les necesitaban. Muchos de esos mecánicos ya habían aceptado ofertas de otros equipos, por lo que finalmente Lotto está despidiendo personal y, al mismo tiempo, contratando personal porque se ha pasado en la nómina de despidos. Y es que cualquier fusión… es un proceso largo, difícil… y extremadamente doloroso. En este caso, además, se mantiene la incógnita legal del futuro de Biniam Girmay: ¿será libre para cambiar de equipo? La UCI tiene la respuesta.