Los Juegos Olímpicos de Tokio son una de las grandes citas de la temporada para los ciclistas profesionales. No será la primera vez en que una gran competición del mundo de las dos ruedas se dispute en Japón. Ya hubo un campeonato del Mundo de fondo en carretera en la ciudad de Utsunomiya en 1990. Y la sorpresa marcó el resultado final.
En 1990 el ciclismo español contaba con buenos mimbres, pero seguía fallando a la hora de afrontar las grandes clásicas. Ahora bien, en ese Mundial de 1990 y con más de 5.100 metros de desnivel acumulado, eran muchos los que apuntaban a las grandes opciones del equipo español como favorito. Otras selecciones candidatas eran las de Italia, con Gianni Bugno, o la de Estados Unidos, liderada por Greg Lemond.
Sin embargo, las medallas de oro y plata fueron para Rudy Dhaenens y Dirk de Wolf, dos corredores belgas que supieron ser los más fuertes en la subida y que no fueron alcanzados por el grupo perseguidor en la bajada. Pese a ser buenos corredores, ninguno de los dos había sido una gran estrella antes del Mundial y tampoco lo serían después de la cita de Japón. En definitiva, una gran sorpresa.
Detrás de esta victoria belga en Japón hay muchos rumores. Una de las claves fue apuntada por los propios belgas, quienes confirmaron que durante su periplo en Europa habían ido adaptando su horario personal de entrenamientos y vida al horario de Japón. Y es que esa fue una de las claves: la adaptación al cambio de hora para unos corredores que sufrieron muchísimos en las rampas del circuito japonés por culpa de la orografía, la meteorología y el cansancio de un viaje tan largo.
Este precedente viene a ser muy importante de cara a los Juegos Olímpicos porque volveremos a repetir escenario: circuito duro y poco tiempo de adaptación. Es más, son muchos los ciclistas que apenas podrán volar en la misma semana de la carrera, puesto que deberán finalizar el Tour de Francia y salir disparados en avión el mismo lunes, menos de 24 horas después de acabar la gran ronda francesa. Es evidente que disputar el Tour siempre da una velocidad y ritmo que difícilmente se puede conseguir con los entrenamientos en casa, pero no lo es menos que la clave va a pasar por saber qué corredor se adapta mejor al cambio de hora y se encuentra fresco desde el punto de vista físico y mental en territorio japonés.
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