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La justicia y la policía comienzan la durísima reconstrucción del ciclismo portugués

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Foto: Volta Portugal

Lo que no se quiso hacer por las buenas se acabará haciendo por las malas. El ciclismo portugués ha sido triste protagonista durante las últimas semanas. Y lo cierto es que lo ocurrido no deja de certificar lo que era un secreto a voces: Portugal estaba transitando por el peor camino posible dentro del ciclismo profesional. La justicia y la policía lo han dejado bien a las claras con las redadas practicadas.

Portugal vive de la Volta a Portugal. Esa carrera es el principal motor económico para todo el mundo: equipos, ciclistas e incluso la propia Federación Portuguesa. Pero Portugal también ha vivido de espaldas al pasaporte biológico. Con sus equipos en la categoría continental, no se han visto sometidos a los mismos controles existentes en el resto de Europa. Es más, cuando W52-FC Porto saltó a la categoría ProTeam para codearse con la elite, pronto comenzaron los problemas y dos de sus corredores fueron suspendidos por alteraciones en los pasaportes biológicos. Ahí tenemos un primer indicio bien sólido de cuál debe ser el camino hacia la reconstrucción.

Otro problema en Portugal ha sido la falta de consecuencias después de un positivo. Era habitual que un corredor fuese sancionado dos años por dopaje, pero también era habitual que no sucediera absolutamente nada. Es más, los equipos solían firmar a esos mismos ciclistas a los dos años y un día. Esta situación ha llevado a que algunas plantillas estuvieran repletas de ciclistas con sanciones duras en su pasado, algo que nadaie se plantearía en el resto de Europa. Ni con uno, ni con dos, ni con tres positivos se marchaban los sponsors. El último caso, el protagonizado por W52, es paradigmático: la mayor parte de los corredores cazados en una redada y el patrocinador argumentando que todo es fruto de una conjura contra ellos e intentando ir a la Volta a Portugal para ganar con los corredores no suspendidos.

El problema de falta de regeneración deportiva lo acabará solucionando la justicia y la policía. Será muy lento y será muy doloroso. Pero es el camino por el que transita el ciclismo portugués. El problema es que muchos siguen sin asumirlo. Y parece que no entienden que los hechos ocurridos en Portugal en las últimas semanas son motivo de delito penal. Traducido: algunos directores, mecánicos e incluso ciclistas podrían ir a la cárcel. Así de crudo. Si antes hablábamos de falta de consecuencias por los positivos, ahora es posible que nos vayamos al otro extremo y que en unos años veamos consecuencias gravísimas por lo ocurrido. Es decir, lo apuntado en el arranque: lo que no se quiso hacer por las buenas se tendrá que hacer por las malas.

Muchos consideran que el ciclismo portugués está viviendo un momento dramático. Es cierto. Pero también está viviendo un momento necesario si de verdad se quiere cambiar el modelo de gestión. Para eso sería necesario que la Federación Portuguesa tomase también el liderazgo y no se limitara a ponerse de perfil. Es el momento de decisiones drásticas desde la federación y desde el seno del propio ciclismo portugués: o entran en el siglo XXI o desaparecen. Lamentablemente la regeneración no ha llegado desde dentro. Pero la policía y la justicia están sentando las bases para un nuevo futuro. Ahora hay que saber si el ciclismo portugués es capaz de aprovechar la oportunidad o no.

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