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Giro Italia: Un recorrido de menos a más repleto de finales en alto

Foto: LaPresse - D'Alberto / Ferrari / Paolone / Alpozzi

De menos a más. Es la definición perfecta sobre el trazado del Giro de Italia que empieza este viernes. Una última semana tremenda que puede volcar la carrera por sí misma y en la que, por tanto, el fondo físico va a ser determinante para definir el ganador.

Más allá del test inicial en Jerusalén, el recorrido tiene varios días clave que van a determinar en primera instancia quién pierde el Giro. Y, poco a poco, aclararán la clasificación hasta decidir el ganador final. Después de dos sprints más en Israel y dos jornadas algo más quebradas ya en tierras italianas -Caltagirone y Santa Ninfa, donde un despiste puede costar caro-, la primera etapa verdaderamente decisiva será en el Etna, el próximo jueves en la sexta etapa. Hasta 25 kilómetros de subida por una vertiente más dura que la del año pasado.

Ahí se harán presumiblemente las primeras diferencias. Si estuviésemos en el Tour, serían incluso amplias. En el Giro, por alguna razón, los segundos no caen tan rápido para quienes se descuelgan. Después de un día de nuevo para sprinters, el fin de semana volverá a tener montaña: octava etapa en el tendido Montevergine donde, salvo sorpresa, pueden llegar perfectamente 30 ciclistas juntos. Y la siguiente, más selectiva, en el Gran Sasso. Ahí muchos ya sabrán que no van a ganar esta carrera.

El perfil de la 6ª etapa.

Segunda semana

La segunda semana, igual que la primera, también va de menos a más. Tras la décima etapa, con terreno para fugas al principio y final mucho más plano, la localidad de Osimo acoge un final en cota en la undécima jornada. Ojo a las rampas del 16% a dos de meta, aunque suavizando a medida que se acerca la llegada. Y tras dos nuevos días para velocistas, llega el turno de los gallos de nuevo.

Porque la decimocuarta etapa acaba nada menos que en el Monte Zoncolan. Una pared que, encima, viene precedida por un terreno de media montaña con cuatro puertos. Tres de tercera y uno de segunda, sí, pero en cualquier caso terreno que puede ser de castigo antes del muro final, con una parte central de siete kilómetros al 14,5% de media. Interesante será también el día siguiente, final de la segunda semana, con llegada en Sappada y tres puertos de segunda categoría, cortos pero exigentes, antes de la más tendida subida a meta.

El infierno del Zoncolan.

Tercera semana

Y entramos en la tercera y definitiva semana. Tras el día de descanso, una contrarreloj. Con lo mal que puede sentar eso a algunas piernas. Serán 34,2 kilómetros hasta Roveretto. Un día decisivo para que los Dumoulin o Dennis -suponiendo que a esas alturas el australiano aún siga en la pelea- puedan sacar tiempo a los más escaladores o incluso a Froome. Y después de un día más plano, la traca final: primero, 18ª etapa, una monopuerto con final en Pratonevoso.

Para seguir con el menú, el día de la Cima Coppi, el Colle delle Finestre y sus 2.157 metros. Una de las más bajas de las últimas décadas. Después, Sestrière y un largo descenso hasta afrontar la subida final a Bardonecchia (Jafferau). Algo menos de ocho kilómetros pero al 9% de media en un día de 184. Y como fin de fiesta, Cervinia. Una etapa de 214 kilómetros de nuevo con final en alto y, esta vez, en un encadenado con el Col Tsecore y Sant’Pantaleon. No son puertos excesivamente duros, pero sí largos. Si uno flaquea, el resto camina igual y ahí sí que los minutos pueden caer con rapidez en contra de quien no esté con fuerzas.

El perfil de la 20ª etapa, el último acto antes de Roma.

En definitiva, un recorrido de menos altitud que en ediciones anteriores -apenas hay tres puertos por encima de 2.000 metros-, pero con más llegadas en alto. Como nota llamativa, no hay ni un sólo final en descenso de los que sí habíamos visto otros años. El menú está servido. Ahora, como siempre, son los corredores quienes tienen que hacerlo bueno.

Giro: La montaña, en ocho etapas

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