El Tour arrancó con una contrarreloj inaugural en Copenhague. En teoría y en pleno siglo XXI, era el día ideal para ver el nuevo ciclismo: el de los ordenadores, los potenciómetros, la tecnología de alto nivel aplicada al ciclismo… pero la realidad es que fue el día del fracaso de los científicos. Desde el principio hasta el final, fracaso generalizado.
El primer error colectivo fue el de la previsión meteorológica. Todos los equipos aceptaron que llovería más al principio que al final y metieron a sus líderes en los primeros minutos de carrera. Es más, Jumbo-Visma llevó su decisión al límite y colocó a Primoz Roglic el primero, por lo que le obligó a salir sin referencias en cuanto al tiempo que debía marcar y también sin referencias competitivas sobre qué curva podía ser más peligrosa y qué curva podía ser trazada sin riesgo.
Ese error fue global y sorprende todavía más que equipos con más de un líder no repartieran a sus jefes de filas a lo largo de la tarde. Optaron mayoritariamente por seguir con los ojos vendados la previsión meteorológica… y fallaron. En el ciclismo del siglo XX seguramente habrían colocado uno al principio y otro al final para no poner todos los huevos en la misma cesta. Sin embargo, ahora la cesta tiene el barniz tecnológico y se considera irrompible… hasta que se rompe.
Error meteorológico, error en la distribución de líderes… y error en el riesgo asumido en las curvas. Ahora, con todo el software y con los vídeos y con la memorización de curvas, resulta curioso ver que los equipos lanzaron a muchos de sus mejores hombres a disputar la crono y esos corredores tomaron demasiados riesgos hasta el punto de que en algún caso acabaron yéndose al suelo en más de una ocasión en apenas 13 kilómetros, lo que certifica que no se planificó bien hasta dónde se podía asumir el riesgo y que el material empleado no agarraba lo suficiente para responder frente a la lluvia de Dinamarca.
Y todo ello sin olvidar el detalle más alucinante del día: Geraint Thomas salió a disputar con el chaleco puesto. Ni al ciclista británico ni a ninguno de los auxiliares le vino a la mente que debían quitárselo ANTES de comenzar la disputa de la etapa del día. Cuando se dio cuenta de que lo llevaba ya estaba marcando registros discretos y no había posibilidad de quitárselo en marcha. Eso sí, Thomas recuperó la concentración e hizo una buena segunda parte gracias a sus piernas y a pesar de seguir con el chaleco puesto. Lo de la ropa de Thomas no fue precisamente un «marginal gain».
Por último, un detalle que no deja de ser curioso: UAE Team disputó la crono con un único ciclista, Tadej Pogacar. En cambio, Jumbo-Visma acabó disputando la crono casi con todos. Y alguno de ellos estuvo cerca de lucha por el maillot amarillo, pero acabó en el suelo. Hablamos de Laporte, un ciclista básico para defender a los líderes y que asumió un riesgo… innecesario cuando uno piensa y necesita vestir de amarillo a su líder en París y no vestirse de amarillo en la primera etapa. Esa táctica, sin duda alguna, también fue equivocada en una carrera de desgaste y eliminación. Como dice el chiste, ¿buscamos setas o buscamos Rolex? O aplicado al Tour, ¿pensamos en la general final o en el lucimiento individual en las etapas?
FOTO: @ineosgrenadiers