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Tomarse en serio el ciclismo femenino

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Me invade un sentimiento de sana envidia, cuando le doy un vistazo a la lista de dorsales en la Gante-Wevelgem junior. Más de 150 participantes de la categoría.

Con un breve recuento uno aprecia enseguida lo que se cuece: 25 ciclistas belgas, 23 corredoras británicas, 12 italianas, 44 holandesas, las selecciones de Noruega, Francia, USA, Lituania, Eslovaquia, Eslovenia, Ucrania, Alemania, y nosotros, el CAF Turnkey Engineering, (por primera vez en la historia de ésta clásica flamenca para juveniles).

Cuando se pelea año tras año para tener una carrera internacional digna, observando este tipo de cosas, uno se dice a sí mismo lo que oye por ahí: “No esperes nada de la UCI. De los Pirineos hacia abajo somos un cero a la izquierda”.

En parte la situación es como para asumir que no hay más cera que la que arde, pero tal vez, aunque no podemos eximirnos de culpa y achacar todos los males a un país de fútbol, tendríamos que plantearnos hacer algo más, dando pequeños golpes de timón.

Una noche se me ocurre, que coincidiendo con las fechas de la Emakumeen Bira 2018, vamos a lanzarnos a organizar una prueba de un día, de la Copa de Naciones Junior. Seguro que mañana por la mañana me despierto pensando que no es una buena idea porque ¿cuántos equipos o selecciones van a querer venir a correr?

Observamos las participaciones autóctonas en las carreras cercanas y además de constatar el bajo nivel, salvo raras excepciones, resulta alarmante el número de licencias junior existentes. Debe de ser que no nacemos dando pedales como en los Países Bajos o que indudablemente, somos de una mentalidad diferente.

Vaya por delante, que bastante hacen los organizadores de pruebas femeninas para sacar adelante sus carreras, aunque quizás tendríamos que ir planificando de otra manera.

Sara Martín, Sandra Alonso, Maialen Aramendia, el podio del último Campeonato de España. Foto: RFEC

Volveré a repetir que me parece un error mezclar un pelotón de cadetes (algunas recién incorporadas de las Escuelas de Ciclismo) con otro de ciclistas élite que además, salen frecuentemente a competir al extranjero en su mayoría. Las diferencias de ritmo, material, dominio de la bicicleta, desarrollos, etc. son tan enormes que aparte de desvirtuar los resultados, es consecuencia más grave las caídas que se producen.

Nada que objetar sin embargo a que nuestras competiciones se estructuren de una manera en que se puedan organizar carreras con las distancias propias pero conjuntamente, para cadetes y juniors, y de la misma manera haya otras en las que las junior puedan codearse con las sub23 y élites, siempre con vistas a una progresión deseada.

Evidentemente, resulta difícil, pero nadie puede decir que tratándose del ciclismo femenino fuese lo contrario.

Foto principal: UCI

La Sección de Féminas en Zikloland

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