Si la carrera quedó abierta ayer en Los Machucos con la distancia que Nibali sacó a Chris Froome, hoy el británico ha vuelto a distanciarse en la clasificación general al sacarle 21 segundos al que ahora es su máximo rival. Yendo otra vez al ataque en la subida final a Santo Toribio, aunque sin el ‘punch’ de la primera semana, el líder de la carrera se afianza en su sitio y sólo quedan ya dos días.
«Estoy contento. Ayer fue un día durísimo y sabía que algunos corredores iban a pagar el esfuerzo. Yo en acmbio me he sentido mejor. Finalmente, ha sido Nibali quien más ha sufrido y se ha dejado tiempo. Por supuesto que estoy satisfecho por haberlo distanciado un poco», ha explicado Froome.
El británico ha revelado que fue su compañero, Wout Poels, quien le advirtió de que su máximo oponente en esta carrera estaba perdiendo contacto con el grupo: «Me dijo que Nibali se cortaba, que tirase hacia adelante y por eso aceleré el ritmo. Si podía distanciarlo, tenía que hacerlo».
Froome, recibiendo el maillot rojo de líder. Foto: PhotoGomez Sport
Durante la rueda de prensa también ha habido un momento para el humor. Preguntado por si le gustaría volver a ver la subida a Los Machucos en el recorrido del año que viene, Froome ‘sufrió’ un arrebato de sinceridad: «Honestamente, la verdad es que me gustaría no volver a verlos nunca«, ha bromeado. Después, ya más serio, ha dicho que todos los corredores son «muy conscientes» del tipo de subidas que se dan en la Vuelta: «De hecho, el Angliru es una de ellas. Sabemos lo que hay», ha seguido.
Finalmente, Froome ha desmentido las informaciones que apuntaban a que voló de Granada a Logroño en un avión privado, y que estaba durmiendo separado de sus compañeros: «No, no tomé ningún avión. Y duermo cada día en el hotel, con todo mi equipo», ha concluido.