Primoz Roglic: Un ciclista tardío convertido en patrón

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Roglic, en plena acción. Foto: Lotto NL-Jumbo

Desde hace ya al menos dos temporadas, la calidad y progresión de Primoz Roglic está completamente fuera de toda duda. Pero por primera vez, el ciclista esloveno de 28 años ha ejercido de patrón de una carrera. De hombre a batir y centro de todas las miradas. Y lo cierto es que ha pasado el examen con verdadera nota.

El desarrollo de Roglic responde mejor al clásico de un ciclista, que empieza a explotar cerca de los 27 años y se pone a su mejor nivel alrededor de los 30. Algo que en los 90 era el patrón lógico y desde entonces se ha ido difuminando por la aparición de jóvenes talentos con edades cada vez más tempranas. Y para muestra, Egan Bernal.

Lo cierto es que empezó tarde porque, aunque gran apasionado de la bicicleta desde siempre, su primer deporte fue el esquí, donde competía en concurso de saltos. Campeón del Mundo juvenil por equipos en 2007, su carrera como saltador se fue estancando y eso le hizo mella. Tanto que un lustro después, en 2012, decidió darle carpetazo a los esquís y empezar a desarrollar su amor por la bici como una salida profesional.

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Roglic, ganador. Foto: ASO

Fichó por el Adria Mobil en 2013 y al año siguiente ya estaba subiendo al podio en carreras de cierto renombre como el Sibiu Tour (2.1), en Rumanía. Ganaría además una semiclásica en su país, la Eslovenia-Croacia (1.2). Tenía 24 años y todavía no era conocido para el gran público. Fuerte rodador y capaz de defenderse en media montaña, Roglic aún iba a dar un salto en 2015: cerró el año con cinco victorias -en Eslovenia, Azerbayán y China- y grandes números en fuga en carreras ya de nivel europeo como la Coppi&Bartali donde ganó la Montaña. Para un equipo modesto como Adria Mobil es la temporada soñada… pero eso despierta los intereses de las altas esferas.

Así que Lotto NL-Jumbo puso el foco en él y lo fichó… y acertó. Potentísimo rodador, se llevó la contrarreloj de Chieti en el Giro de Italia y ahí consumó su explosión, camino de los 27 años -nació en octubre de 1989-. Después se proclamó campeón de Eslovenia. Pero la progresión no iba a detenerse. Tozudo como dicen sus compañeros que es, Roglic empezó con un aviso a navegantes el 2017 ganando la Volta ao Algarve y luego hizo lo propio en dos etapas de la Vuelta al País Vasco. Ya estaba enamorado de la Itzulia desde antes, pero estas victorias le hicieron plantearse un reto. ¿Por qué no ganarla?

Durante sus años como corredor fue mejorando en los terrenos donde más dificultades acumulaba. Ya no era un rodador que se defendía como podía para arriba. Qué va. Se convirtió en alguien que podía disputar a cualquiera una victoria en puertos cortos y que, además, pasaba la alta montaña cerca de los mejores. Y cuando había fugas y se metía, era un elemento de enorme peligro. En plena subida al Galibier firmó otra gesta frente a Alberto Contador y logró su primera etapa en el Tour de Francia. Atacó subiendo y consumó bajando. Porque también le gustan los descensos, reflejo tal vez de cuando volaba con los esquís bajo sus pies. Luego sería plata en el Mundial de Bergen contra el crono, superado sólo por un intocable Tom Dumoulin.

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Izagirre, en el podio junto a Roglic y Landa. Foto: Bahrain-Merida

«Lleva desde invierno con la Itzulia en la cabeza», decía un periodista en la salida de Bermeo. Y así era. Roglic hizo una carrera perfecta, sacrificó dos posibles victorias de etapa junto a Alaphilippe tirando él para distanciar a los demás. Remató la faena en la crono y, pese a todo, sufrió en las etapas finales de montaña. Sobre todo tras la caída camino de Arrate que lo dejó magullado y le hizo perder terreno en la subida. Pero ya estaban los deberes hechos en la salida y Roglic consiguió su objetivo.

Ahora acumula 18 victorias como profesional, ocho de ellas WorldTour desde mayo de 2016. Prueba inequívoca de su progresión. Es el lento pero firme crecimiento de un corredor que ya está preparado para ser un jefe de filas en vueltas de una semana. Y veremos si para algo más que cazar etapas en las grandes.