Ridley X-Trail Carbon: Cuanto más largo sea el camino, mejor

Ridley X-Trail Carbon: Cuanto más largo sea el camino, mejor

El despegue de las bicicletas gravel es definitivo. Las grandes marcas se esmeran en ampliar sus colecciones con productos cada vez más cuidados, precisos y avanzados. Y todo esto es lo que pudimos comprobar con la Ridley X-Trail Carbon Force 1, testada a toda velocidad en el circuito de ciclocross de Zonhoven, aunque la naturaleza y concepción de este modelo de la marca belga es disfrutar el camino. Y cuanto más largo sea, mejor.

Equipación para esta prueba: Ropa BioRacer: maillot Bodyfit, culotte corto Race Proven Sirio 2.0, chaquetilla Tempest y chaleco Windblock light; Casco Lazer Z1 edición Lotto-Soudal; Zapatillas Gaerne G. Sincero Limited yellow edition; Manguitos, perneras GripGrab ‘Aquarepel’.

La llegada del otoño y del inminente invierno nos plantea la misma pregunta: ¿Por qué no una gravel o una de ciclocross para dar un respiro a la carretera y fundirte con los caminos y el barro? Esta pregunta es relativamente reciente, ya que hasta hace muy pocos años nos hubiéramos cuestionado lo mismo pero con una bicicleta de montaña. La tendencia ha cambiado y esta evolución de una bici de carretera a una máquina todo camino mucho más versátil y casi siempre más cómoda, ya es un hecho en el mercado.

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Ahora bien, ¿cuál es la diferencia entre una bicicleta de ciclocross y una gravel? Para no extenderse demasiado en la explicación, tomamos la palabra del ingeniero de Ridley, Bruno De Naeyer, quien asegura que las únicas diferencias son una geometría más confortable y un diseño que no está concebido para la competición en complicados y técnicos circuitos, sino más bien para pasar muchas horas en caminos o pistas rápidas, carreteras bacheadas y, si tus habilidades son avanzadas, lanzarte al barro y tratar de dominar la situación.

Sobre el circuito

Con la Ridley X-Trail Carbon Force 1 HDB pasamos directamente al nivel avanzado, es decir, nos tiramos de cabeza al barro en el circuito de Zonhoven, una de las mayores catedrales belgas del ciclocross. El escenario, pese a lo mucho que impone, merecía llevar al límite esta bicicleta y arriesgar en cada curva, en cada tramo de arena o en las bajadas de De Kuil. Aunque esta X-Trail Carbon es una gravel y no una de cross, la experiencia de casi dos horas saboreando este circuito nos dejó más que satisfechos, especialmente con la efectividad de la transmisión SRAM Force que trae de serie y con el preciso ajuste de los frenos de disco SRAM Force1 Hydraulic.

Otros puntos relevantes que deja la Ridley X-Trail Carbon Force 1 HDB es que el diseño del cuadro es apto para montar neumáticos de hasta 38 milímetros, aunque en esta prueba se utilizaron unos Clement X’Plor MSO de 700×36, con sistema Tubeless y, como curiosidad, con una presión de aire que no excedía de 1,5 kg por rueda, la medida que se utiliza para una competición profesional de ciclocross, tal y como pudimos comprobar desde las entrañas del equipo Marlux-Napoleon Games.

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El desarrollo es un monoplato de 46 dientes, combinado atrás con un piñón de 11 velocidades 10-42, es decir, para poder movernos por cualquier pendiente o poder apretar los dientes y coger velocidad en las pistas más rápidas. El diseño de esta X-Trail Carbon también es apto para instalar un grupo electrónico, por lo que las opciones aumentan si decidiéramos montar la bici a nuestro gusto. En este sentido, la Ridley X-Trail Carbon también ofrece la posibilidad de serie de un montaje con Shimano Ultegra y un tercero y más económico con Shimano 105. En España, Felipe Orts, campeón nacional sub23 y sexto en el último Mundial, se luce con la Ridley X-Night SL Disc Ultegra Di2.

En los modelos específicos de ciclocross de Ridley que por ejemplo montan los grandes campeones Eli Iserbyt o Kevin Pauwels, destaca una leyenda en el tubo vertical del cuadro que reza: “Hechos para sesenta minutos”, es decir, el tiempo exacto que suele durar cada carrera. Con la X-Trail Carbon Force 1 nos quedamos con las ganas de perdernos en pistas y caminos durante varias horas, aunque valió muchísimo la pena vivir todas y cada una de las sensaciones que te deja un escenario con el de Zonhoven.

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