La rotunda apuesta del Cannondale-Drapac por las clásicas

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Es difícil para un equipo mantenerse diez años en la élite del ciclismo sin el apoyo incondicional de un gran patrocinador, y más manteniendo una identidad propia. Esto es lo que ha intentado en la última década Jonathan Vaughters, que ahora busca un nuevo rumbo en las clásicas para su Cannondale-Drapac.

Han sido muchas variaciones en los últimos años para el que naciera como el equipo Slipstream. Hasta cuatro fusiones, en mayor o menor medida: con Cervélo en 2011, cuando se habían consolidado como Garmin, la pequeña absorción de Sojasun en 2014, con Cannondale en 2015, y ahora, con el Drapac australiano que aporta el segundo patrocinador y tres nuevos corredores, los australianos Will Clarke, Brendan Canty y el neozelandés Tom Scully, parte del cuerpo técnico y un filial.

Además de ellos, y a pesar de haber vivido diez bajas respecto a su plantilla de 2016, el equipo de Vaughters solamente ha hecho cuatro fichajes: Sep Vanmarcke y el recientemente anunciado Tom Van Asbroeck (LottoNL-Jumbo), Taylor Phinney (BMC) y el británico Hugh Carthy (Caja Rural-Seguros-RGA). “Este año quería construir un equipo de más calado para las clásicas de pavé. Era el principal foco de atención en lo que estaba tratando de fichar para dar un paso adelante”, explica el mánager del equipo americano.

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Según Vaughters, su Cannondale-Drapac es el equipo con menor presupuesto del WorldTour. Además, está viviendo un importante proceso de transformación. En 2015, acabaron con solamente 11 victorias y siendo el 16º en el ránking los 18 equipos del WorldTour. “Nos encontrábamos en medio de la nada, con un pie en los veteranos del equipo, que llevaban 10 años y que se están retirando o marchando y corredores muy jóvenes”, explicaba el americano en un reportaje reciente en VeloNews. “Ese verano, decidí entregarme al equipo y a la nueva generación”.

En efecto, habiendo acabado su MBA, Vaughters dejó todas las trifulcas en la AIGCP (la asociación internacional de grupos ciclistas profesionales) y demás estamentos del ciclismo y se centró en su equipo, que debía encontrar su rumbo tras la marcha de corredores insignia como Dan Martin y Ryder Hesjedal y la retirada de otros como Christian Vande Velde o David Millar. Incluso cogió personalmente los entrenamientos de algunas de sus jóvenes promesas, cosa poco habitual en los mánagers de equipo. Su cuenta de Twitter, @Vaughters, por cierto, no tiene desperdicio, con más de 100.000 seguidores.

Y si esta temporada 2016 ha sido la de la llegada de nuevos corredores de referencia para las vueltas por etapas como el colombiano Rigoberto Urán y el francés Pierre Rolland, para 2017 se ha reforzado con importancia el grupo de las clásicas. Entre los tres fichajes en este sentido, dos “vueltas a casa”. La principal, la del que será presumiblemente el líder en el pavés, el belga Sep Vanmarcke (1988), que con Garmin en las temporadas 2011 y 2012 firmó su primera gran victoria, la Omloop Het Nieuwsblad en la que batió a Tom Boonen.

Desde entonces, el belga se ha consolidado como uno de los mejores especialistas del mundo, seguramente el más regular, pero al que se le escapa la gran victoria: 2º en la París-Roubaix de 2013, batido por Fabian Cancellara, 3º en los Tours de Flandes de 2014 y 2016 y 4º en la París-Roubaix de 2014 y 2016. “Posiblemente sea el corredor más rápido del mundo sobre el pavés en llano. Se ha hecho su camino por si mismo desde que corría con nosotros, y ahora tendrá un buen equipo a su alrededor con Taylor, Tom, Dylan van Baarle, Sebastian Langeveld y otros”, dice de él un ilusionado Vaughters. “Tenemos mucho que decir y estoy emocionado por ver lo que podemos hacer”, subraya.

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Junto a él, desde LottoNL-Jumbo, se ha traído a su amigo Tom Van Asbroeck (1990, 6º en la Gante-Wevelgem 2014, en 2016 ganador de etapa en el Tour du Poitou Charentes), y además llega desde BMC un Taylor Phinney (1990) a quien le descubrió Vaughters cuando era júnior y que llega con esperanzas renovadas y menos presión, doble vencedor de la París-Roubaix sub23 en 2009 y 2010. La estrella americana sufrió una caída en los campeonatos de Estados Unidos de 2014 que le tuvo más de un año parado y por poco acaba con su carrera que parecía ir directa al estrellato, pero poco a poco se ha ido reencontrando con el triunfo.

A ellos se les debe sumar los especialistas que siguen en el equipo: el joven neerlandés Dylan van Baarle (1992), uno de los entrenados por Vaughters y que este año mostró sus capacidades con un notable 6º puesto en el Tour de Flandes, o el ya veterano Sebastian Langeveld (1985), que sin tener el espíritu ganador que le llevó a anotarse la Omloop Het Nieuwsblad de 2011 es siempre una pieza clave para el equipo en el pavés. Todos ellos, dirigidos por un especialista en ese terreno como el ex ciclista Andreas Klier.

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Eso no significa que Cannondale-Drapac renuncie a las grandes vueltas que tantas alegrías les han dado. A los citados Urán y Rolland, hay que sumarle los americanos Andrew Talansky, 5º en la última Vuelta a España, y Joe Dombrowski, el prometedor italiano Davide Formolo o el fichaje de Hugh Carthy, al que Vaughters ha definido como “la mejor promesa británica para grandes vueltas”. Sin embargo, el equipo argyle no quiere olvidar las clásicas que, un día, con la victoria por sorpresa en la París-Roubaix de 2011 de Johan Vansummeren, les recordaron que pueden dar muchas alegrías.

Fotos: Cannondale-Drapac

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