Fernando Escartín: «El público avala nuestra apuesta»

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La presentación del pasado jueves. Foto: Photo Gomez Sport

Desde noviembre de 2013, cuando relevó en las funciones a Abraham Olano, Fernando Escartín teje los diseños de los recorridos. Colaborador ya desde unos años antes, el oscense (Biescas, Huesca; 1968) pasó a trabajar junto a Paco Giner y posteriormente también Kiko García en la confección de las etapas que conforman cada edición de la Vuelta a España. La última versión fue presentada el pasado jueves.

Escartín tiene un fuerte vínculo con la ronda española. Cierto que subió al podio de un Tour, tercero en 1999, y de la ronda gala se llevó una victoria de etapa en los Pirineos; pero con la carrera de casa existe una mayor afinidad de persistencias y constancias.

El aragonés disputó en su carrera nueve ediciones de la Vuelta (aunque el guarismo es idéntico también en el Tour); y salvó en las dos en las que tuvo que abandonar (1999 y 2002), siempre concluyó dentro del top-ten.  Nunca obtuvo éxitos parciales, pero su agonística regularidad se hizo popular. Icónica. La pedalada de Escartín, su rictus, su forma de agarrar el manillar, eran particulares e inconfundibles. Pero sus grandes años chocaron en la ronda española con Alex Zulle y  con Abraham Olano.  En 1997 y 1998 el aragonés acaba segundo tras el suizo y tras el guipuzcoano, respectivamente.

En 1999, por carreteras que ahora él emplea también en los recorridos,  sufrió una grave caída. En la mojada bajada de La Cobertoria, en una etapa camino del Angliru, un resbalón le mandó al suelo e impactó contra un quitamiedos. Tuvo que abandonar la carrera. Venía del podio del Tour y, como recuerda el doctor Fernando Astorqui en el reciente libro Mi Vuelta, coescrito con Jesús Gómez Peña, se marchaba  “con tres costillas rotas, una pericarditis y un derrame pleural”.  Se repondría para mantener su brega en las generales. En su carrera disputó 20 rondas por etapas de tres semanas. Desde la Vuelta de 1994, en adelante finalizó entre los diez primeros siempre que acabó sus participaciones: doce top-ten y tres abandonos.

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Escartín, a la izquierda, con Paco Giner, a la derecha.

Sobre sus labores en Unipublic, sus preocupaciones y sobre todo sobre lo que es la Vuelta a España que no se conoce tanto, ese interior organizativo, charlamos con él en zikloland.com.

¿Con la presentación del recorrido acaba el trabajo duro o por el contrario es ahora cuando empieza ‘lo gordo’?
¡Qué va! Ahora viene lo duro de verdad. Paco (Giner), Kiko (García) y yo tenemos por delante meses de muchos compromisos. Afrontamos de una forma más pormenorizada el trabajo de campo. Hay que revisar etapa por etapa. Y es algo que lo hacemos dos o tres veces.

¿Una supervisión también en bicicleta?
No, en vehículo.

¿Cómo es el proceso de elaboración de una etapa?
Antes de ponernos con el itinerario tenemos que concretar el lugar de salida y el sitio de llegada. Una vez conocidos, buscamos el recorrido. Profundizamos en la ruta. Inspeccionamos diferentes posibilidades siguiendo siempre los parámetros de la carrera. Pero no nos centramos únicamente en una ruta. Elaboramos varias alternativas, propuestas que le transmitimos a Javier Guillén para que él las presente a las autoridades o las instituciones y ambos, carrera e institución, las valoren. En este sentido es un trabajo codo con codo.

¿Qué herramientas empleáis en el proceso y cuánto tiempo necesitáis para concretar los recorridos?
Nos aprovechamos de las ventajas de diferentes tecnologías. Trabajamos con GPS, con programas informáticos pensados para estas labores y por supuesto también consultamos los mapas. Más o menos, tardamos un día en esbozar lo que será la etapa. Después esa misma etapa, y de ahí todo el trabajo de meses que se hace después de la presentación para confeccionar el Libro de Ruta, hay que desgranarla en un rutómetro. Se confeccionan también informaciones de tránsito para la Guardia Civil y para la señalización de la carrera; y por supuesto se preparan los cálculos de las velocidades medias previstas…

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El mapa de la Vuelta a España 2017.

Cuando presentáis las propuestas posteriormente a Javier Guillén ¿hay enmiendas o todo avanza
No, en absoluto. Tenemos muchísima sintonía y todos trabajamos en la misma dirección. Todo está bien enfocado. La base está clara: etapas cortas, búsqueda de finales en alto,… Después, lógicamente, hay problemas. Enclaves complejos, sitios difíciles, llegadas peligrosas… A veces las instituciones, en todo su derecho de querer determinadas cosas, piensan en enclaves donde no se puede o bien llegar o bien pasar por estos u otros motivos. Bueno, todo hay que hablarlo. Todo se valora. No es tan sencillo como pueda parecer; al contrario, tiene sus complejidades.

¿Qué enclaves , entre los muchos aún pendientes, por descubrir, le gustaría ver en la Vuelta?Muchos… Si me preguntas por uno… Hay un puerto en mi tierra, en Huesca, que me recuerda muchísimo al Tourmalet. Es un puerto de 2.000 metros de altitud, pero actualmente es una pista de tierra. Me gustaría que algún día la carrera lo pudiera subir. Se trata del Collado de Sahún. [N.d.l. r.: desde hace una década se rumorea y se especula sobre la cuestión de su asfaltado].

Comparando épocas, existen muchísimas diferencias entre los diseños de la Vuelta de su época como profesional y la actual como miembro de la organización…
Solo en lo que a finales en alto se refiere, la carrera ha evolucionado mucho. De cuatro o cinco hemos pasado a ocho o nueve, incluso a diez.  Ya me hubiera gustado a mí, sin duda. ¿Por qué ha cambiado? Bueno, el público lo demanda, las audiencias aumentan… Con las cronos ha pasado algo al contrario. Antes había dos, o tres, y seguramente el kilometraje de al menos una era superior a los actuales. En una crono de este estilo, larguísima, en Luxemburgo, Miguel Indurain me metió diez minutos…  Hay más finales en alto, y menos crono; y al mismo tiempo se busca que la lucha por la general esté más ajustada.

¿Entonces le provoca cierta envidia sana?
Sí, un poco sí (risas). Ahora igual sí podría haber logrado ganar la general de una Vuelta. Pero son épocas y circunstancias distintas. Y yo estoy muy contento con mi tiempo como profesional.

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Javier Guillén, con los alcaldes de Madrid y Nimes. Foto: Unipublic

Desde que Javier Guillén llegó a la dirección general de Unipublic, en 2009, se han estrenado nada menos que 66 nuevos finales de etapa. En bastantes has intervenido. También Olano…. Pero el número me parece muy revelador.
Es la política de estos últimos años. Siempre habrá sitios más clásicos, pero también llegarán etapas inéditas que al mismo tiempo crean nuevos espacios, sitios notorios. Esa idea, la de enseñar España, creo que es muy positiva. La respuesta de la gente, las audiencias y demás avalan esa apuesta. Muchas Comunidades Autónomas y muchas Diputaciones también se han dado cuenta de eso mismo. Y lo tienen muy claro.

Existen muchos aficionados proactivos que os proponen cosas. Puertos. Trampas. Incluso etapas. Unos años atrás un grupo de aficionados, la Plataforma de Recorridos Ciclistas, elaboró un completísimo dossier de subidas desconocidas y posibles usos… ¿Cómo valoráis estas aportaciones?
Las valoramos mucho y estamos encantados de recibirlas y escucharlas. Hay muchos lugares que no conocemos. Gracias a iniciativas así los descubrimos. Vamos a verlos. Y los miramos. Hay cosas muy interesantes. Y en esto desde luego que por nuestra parte hay una transparencia absoluta: hay enclaves muy interesantes y otros que, sin bien lo son, no se pueden hacer a día de hoy o de forma inmediata. Y no se puede por factores múltiples. Hay que valorar la seguridad, la cuestión de las infraestructuras, la densidad y las facilidades de la cobertura hotelera… No en todos los sitios puedes acomodar con facilidad a una caravana itinerante de 3.000 personas.

Del trazado de 2017 se ha hablado, y se hablará durante la carrera en algún momento, de los traslados. Como corredor los padeció, los sufrió, y ahora como organizador en algún momento tiene también que avalarlos.
Los traslados siempre fastidian, sin duda. Y cuando llegas cansado, reventado, muchísimo más. No me atrevo a hablar de “fallo”. Los traslados son un hándicap que hay que asumir, desgraciadamente. El proceso de elaboración del recorrido es complejo, no siempre es nada fácil negociar salidas y llegadas vecinas… Asumir ese hándicap no significa que no se pueda hacer nada. ¿Cómo se puede compensar? Con etapas más cortas, por ejemplo. En 2017 tenemos sólo dos jornadas por encima de los 200 kilómetros. Cuando menos tiempo sobre la bici, será más fácil que haya más de descanso.

Una de esas cosas que suceden entre las presentaciones de las grandes vueltas y su arranque competitivo son esos maquillajes y cambios que tienen lugar en los recorridos. El Giro quizá haya sido la gran vuelta más activa en estos últimos años, pero la Vuelta también ha aportado alguna leve modificación. ¿A qué se deben? ¿Ajustes? ¿Fallos?
Normalmente son obligados. Por ejemplo porque cuando hemos preparado la etapa sobre el terreno hemos ido por un sitio, pero después hay que pasar por otro. O porque hay obras… En la Vuelta intentamos que sean pocos o que no sean y si tienen que ser que se deban a causas de fuerza mayor… Pero a veces pueden variar un poco. Por ejemplo, de cara a la etapa de Sagunto, nos reunimos con el Ayuntamiento y el alcalde nos comentó qué sitio  podría estar bien para el final o qué sitio no.

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El nuevo logo de la Vuelta.

Abraham Olano comentó en cierta ocasión que durante una inspección por los Ancares acabó desorientándose en algún lugar entre Lugo y Asturias… ¿Os ha pasado alguna de estas también?
Sí que nos ha pasado, sí. Preparando una de las etapas del año pasado por Galicia, sin irnos muy lejos en el tiempo, nos topamos con una carretera que literalmente se acababa. Se acababa el asfalto.  Nos obligó a variar lo que habíamos estado esbozando sobre mapa desde casa. …

¿Y en esa línea, no os habéis topado también con sorpresas agradables desde un prisma altimétrico?
También. Este año, en la etapa de La Pandera, se verá un ejemplo. En Los Villares dimos con una carretera que no conocíamos y que nos pareció tremenda. La ruta necesitará algún arreglo por parte de las autoridades…

¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?
Pues todo un poco, la verdad. Es mi deporte. Puedes disfrutar de los paisajes. Descubrir sitios nuevos. Ultimar las etapas… No es un trabajo idílico tampoco en el sentido de que también, por supuesto, tiene sus cosas malas: cuando ves una caída en una zona que has propuesto tú, sufres mucho y lo pasas muy mal.

¿Cómo es su ubicación en carrera?
Normalmente voy delante de la carrera. Javier (Guillén) va en otro coche en cabeza de carrera, entre el pelotón y, si la hay, la fuga. Si vamos a atravesar una zona complicada o peligrosa, yo me adelanto para supervisar que todo va bien, para inspeccionar.

La Vuelta de este año nos dio uno de esos sustos tremendos que no quedan en nada en la peligrosísima bajada del Inharpu, camino del Aubisque…
Yo iba en el pelotón en ese momento. Al darse el aviso me adelanté lo más rápidamente posible. Cuando llegamos el ciclista ya se había levantado. Todo fue un susto. Pero el mal rato, tremendo.

¿También inspeccionan en profundidad las salidas foráneas o dejáis hacer más a comités locales?
Nos asesoran, pero las hacemos nosotros. Ahora a finales de mes tengo que viajar a Nimes para seguir preparando detalles de la Grand Départ.

Uno de los detalles que se pudieron ver en la presentación en vídeo del recorrido  de la Vuelta 2017 fue que la crono por equipos  inaugural atraviesa la Arena de Nîmes.
Así es. La villa de Nimes ha querido realzar todo su patrimonio. En un primer momento pensamos en diseñar una crono más larga. Pero nos parecieron muy buenas algunas propuestas locales. Será una crono difícil, muy técnica, con esas curvas y giros urbanos… Pero también va a mostrar el Nimes más monumental de una forma espectacular.

Permítenos una broma: los precedentes del albero en la Vuelta no son bien recordados. El atravesar la Arena…
No es el caso (sonríe), se acondicionará un firme temporal.

¿Qué etapa o qué recorrido destacaría entre todos los que conforman la Vuelta 2017?
La verdad es que no puedo destacar una únicamente. Son varias. Hay mucha variedad en esta Vuelta. Ya la tercera etapa, el final en Andorra, es tremenda. Y hay muchas emboscadas. El Garbí es durísimo, lo conozco bien de la Vuelta a la Comunitat Valenciana. La etapa de Alhama también tiene mucha chicha… Las montañas andaluzas con calor pueden hacerse muy, muy duras…

¿Qué pasó finalmente con todos esos rumores de que la carrera ascendería hasta el Veleta?
Es cierto que sí fue algo que se pensó. La idea es llegar allí, a la que sería la meta de más altitud en una carrera de tres semanas.  Tocar los 3.000 metros…. Pero de momento todavía no va a ser.  No nos podemos olvidar que también la zona forma parte de un Parque Nacional.

¿Los organizadores de una carrera como la Vuelta se encuentran con problemas como los que a veces sufren las marchas cicloturistas con los permisos de Tráfico o es todo mucho más fácil?
No, en absoluto. No existen esos problemas. Es más, la aportación de la Guardia Civil de tráfico es fundamental para el desarrollo de la carrera. Además, todo lo que supone el paso de la Vuelta se desarrolla de una forma mucho más controlada y en este sentido no es comparable a la realidad de una marcha.

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