Carlos Coloma: “Este bronce me completa tras una intensa época de mi vida”

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Carlos Coloma, en acción. Foto: Irmo Keizer

No es fácil concretar un cita con Carlos Coloma (Logroño, 1981); no al menos en estos tiempos. ¿Inaccesibilidad? En absoluto. La complejidad de la vida, más bien. Las obligaciones familiares, las gestiones de una escuela,…  y el aluvión de compromisos, actos, viajes y demás. Es el precio, bendito precio, de una medalla olímpica.

Carlos Coloma (MMR Factory Racing Team), bronce en el cross country de Río de Janeiro, ha endulzado el mountain bike patrio en 2016. Y el logro le ha valido ser reconocido con uno de los Premios Nacionales del Deporte, cuya gala tuvo lugar la semana pasada en Madrid. “Esa medalla de los Premios Nacionales del Deporte es el colofón a todo el reconocimiento de estos meses”, agradece el de Albelda de Iregua al recordarse sobre el escenario, recibiendo el aplauso firme e intenso del graderío.

Coloma, actual campeón nacional de mountain bike, que ha sido campeón mundial en la modalidad de relevo por equipos (team relay), y que ya fue sexto (y por tanto Diploma Olímpico) en los Juegos de Londres, tiene pocas dudas cuando se le cuestiona si la presea olímpica es el mayor éxito de su carrera. “Sin duda alguna sí”, proclama. Y argumenta su tesis: “Un Campeonato de España no es un acontecimiento conocido; me refiero a que más allá de nuestro mundo, el de la bici, el del ciclismo, no tiene esa dimensión mediática de otros deportes. Con un Mundial pasa un poco lo mismo. Desgraciadamente. Ni uno ni otro son equiparables a unos Juegos Olímpicos. Los Juegos son seguidos por todo el mundo. Todo el planeta está pendiente. La magnitud de una medalla, solo por la repercusión, es enorme. Y este bronce me completa, es un broche tras una intensa época de mi vida”.

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Foto: Twitter @colomacarlos

El riojano alude a unos años de lesiones y pasos por el quirófano erráticos, de fracturas de tróquiter puñeteras, de calvario en lo que a la salud se refiere, en suma; y también de experiencias empresariales amargas, de autogestión, de trabajo duro y silencioso. Los últimos éxitos aportan nuevos réditos, sin embargo. Coloma esboza los últimos detalles de unos nuevos proyectos deportivos que anunciará en breve: “He tenido varias propuestas. Río seguro que ha sido una ayuda. Y he podido sopesar, valorar y elegir”. Cuestionado por marcas y  nombres, rehúye con simpatía: “En unos días lo anunciaremos”.

La tercera medalla olímpica del mountain bike español (tras la plata de José Antonio Hermida en Atenas 2004 y el bronce de Marga Fullana en Sídney 2000) llegó, además, en un contexto muy favorable que la realza aún más. Y Coloma lo explica: “La carrera tenía un horario magnífico para seguirla en directo por la televisión, fue la última medalla del equipo olímpico en llegar… Yo tengo muy clara cómo y cuál es mi deporte, dónde está, y por eso con este éxito he sido un afortunado”.

De ciertos gestos en su efusiva celebración, que despertó algunas críticas en foros y redes sociales, aporta sin ánimo de polémicas: “Si alguien se ofendió sólo puedo decirle que lo siento porque no era ni intencionado ni provocador. Es algo que me salió de dentro en ese momento, un gesto de rabia, de liberación; lograr algo con lo que has soñado y a lo que llegas tras superar muchas cosas, con un hombro destrozado un tiempo atrás”.

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Coloma, en una competición. Foto: Spiuk

En su camino olímpico, y también en su recuperación física, el biker del MMR Factory Racing Team ha encontrado un importante aliado en el boxeo, disciplina en la que cuenta con el asesoramiento y la guía del púgil José Ignacio Barruetabeña: “Todo surgió hablando con mi amigo Juan Carlos Santolalla; conversábamos sobre cómo iba a llevar en adelante mi preparación y demás. Tras dos años anteriores malos, que ahora los veo como de regeneración, 2015 había sido un año un poco de reset, yo mismo había sido mi propio entrenador. Logré pasar del 350 al 20 del ránking mundial en un año. De cara a 2016 tantee a Mikel Zabala para que fuera mi preparador; tras valorarlo, porque tiene muchísimas obligaciones, Mikel aceptó. Pero él está en Granada. Así que hablamos sobre la idoneidad de contar con alguien más cercano, aquí en La Rioja, sobre todo para lo físico.

Santolalla me presentó a Barru. En octubre en  2015 probamos. Me gustó mucho. Y el 1 de noviembre empecé a trabajar con él. Es mucho trabajo. Pero es muy gratificante. A mí siempre me gustó el boxeo, aunque no soy un fanático de este deporte.  Me gusta. Y me gusta Mohamed Alí. Su carrera es una referencia, un buen espejo al que mirarse para poder crecer. Porque Ali, psicológicamente, estaba a otro nivel”.

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Espectacular acrobacia del riojano. Foto: Irmo Keizer

Con el boxeo Coloma fortalece y olvida. “A nivel físico es un deporte que, por ejemplo, te ayuda a organizarte el asalto a una carrera, visualizarla. Pero también me ayuda con la movilidad del hombro. Nunca podré tener la que antes tenía, y ahí está también la placa con ocho tornillos, pero hubo días muy duros, no ya de fractura ósea, sino también con músculos rotos, imposibilidad total de movimiento…”.

El éxito olímpico del riojano, soñado, trabajado, ha traído consigo un importante ajetreo de actos, galas, homenajes y eventos. El último, muy reciente, ha llegado en su querido Albelda de Iregua. Allí le han puesto su nombre a unas instalaciones deportivas. “La verdad es que llevo más de dos meses intensos, sí, de mucho movimiento, de mucho acto, de mucho homenaje. De aquí para allá. Pero encantado”, se sincera; y siempre con la medalla a cuestas. ¿Algún susto? “Siempre hay alguno –sonríe-; me la cogieron para hacer una broma…”. Coloma incluso ha profundizado en el universo de la impartición de charlas: “Sí, me han salido propuestas y alguna hemos hecho. Es interesante eso de compartir tus experiencias y acercarlas, por ejemplo, al universo de la empresa”.

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Coloma ha competido con el MMR Factory Racing Team. Foto: Irmo Keizer

El biker riojano no solo emprendió en su día a la hora de montar estructuras competitivas, también se involucró en la puesta en marcha de una escuela de bici de montaña que actualmente cuenta con 43 niños; los infantes más pequeños tienen 4 añitos. “No es algo que haya surgido con la intención de ser una cantera para el mundo de la competición. Si algún chaval sale, bienvenido. Pero nuestro objetivo no es criar campeones. Esto es una escuela donde se aprenden los valores que aporta la bici: el sacrificio, el respeto, la constancia,…”.

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