Ángel Vicioso: «Me siento la persona más orgullosa y feliz del mundo»

Ángel Vicioso (1977) ha cumplido 40 años sobre la bicicleta con un dorsal. De hecho, ha pedaleado durante dos décadas en la élite del ciclismo profesional. El maño ha dejado huella allí por donde ha pasado por su carácter amable y humilde. Sus 19 años de profesional, 17 grandes vueltas y 28 victorias dan para mucho.

Desde su debut en el Kelme-Costa Blanca hasta su último acto en el Team Katusha-Alpecin, Vicioso las ha visto de todos los colores. Afortunadamente, su trayectoria se ha visto reconocida con un final en lo más alto, al máximo nivel, y encima de una Canyon y sus modelos premium, Aeroad CF SLX, Ultimate CF SLX y Speedmax CF SLX.

Empecemos por el final, ¿qué sintió en su despedida en Calatayud, rodeado de amigos, compañeros y la familia?
Yo creo que todo ciclista soñaría con tener la despedida que tuve yo: en mi tierra, en la zona donde empecé a pedalear, con el Club Ciclista Bilbilitano, donde tanto he entrenado, en la comarca, y rodeado de mi familia, de compañeros, de excompañeros… La verdad es que fue ilusionante y emocionante.

Contador no faltó en su homenaje. En la imagen, en el Dauphiné 2016. Foto: Tim de Waele / Team Katusha-Alpecin.

¿Cómo afronta su nueva vida?
Con muchas ganas. Yo no sabía que había una vida después del ciclismo, y ahora lo estoy viendo. Ir a buscar a tus hijos al colegio, llevarlos a actividades, compartir tantas cosas con la familia… Pensaba que eso no existía. Estoy muy contento.

Deportiva y personalmente, ¿han sido sus últimos años en el Team Katusha los mejores de su carrera?
Sí, han sido mis mejores años, aunque en los años de de ONCE y Liberty también me encontré un equipo muy bueno y un ambiente espectacular.

¿Qué ha supuesto competir con una marca como Canyon desde su llegada al equipo en 2012?
Estoy muy contento con Canyon. Yo he estado encantado. Se han portado conmigo de maravilla, cualquier cosa que he necesitado me la han conseguido. La relación ha sido muy buena. Y han tenido un detalle muy bueno porque me han regalado la última bici del Katusha. Me la traje de China para casa.

Una imagen del Tour de Francia 2016. Foto: Tim de Waele / Team Katusha-Alpecin.

¿Qué destacaría de Canyon Bicycles?
Su currículum es inmenso porque la han llevado grandes campeones como Gilbert, Valverde, Purito. El material y las bicicletas son muy buenas porque no todo el mundo está dispuesto a comprar una bicicleta por internet. Ellos han apostado por eso, y les va muy bien porque son eso, muy buenas bicicletas. Y es una marca a la que puedes recomendar y aconsejar. Lo que nosotros, los corredores, les decíamos para mejorar, ellos lo ponían en marcha. Pequeños detalles. La de contrarreloj, por ejemplo, para mí es la mejor, la más rápida, y estamos viendo que todas las bicicletas se están pareciendo a Canyon.

Vicioso, con la Speedmax en el Giro 2017. Foto: Tim de Waele / Team Katusha-Alpecin.

Ha sido ciclista desde…
Toda una vida… Empecé en infantiles hasta ahora. Solo he hecho que dar pedales. Este último año, físicamente me encontraba muy bien, pero me costaba el salir a entrenar.

Ha sido 19 años de profesional, ¿si echa la vista atrás qué ve?
Veo ve que si a mí me dicen esto al inicio de mi carrera deportiva, que iba a estar tantos años, no me lo hubiese creído, ni tampoco por las victorias que he conseguido con lo difícil que es ganar en profesionales. Más no puedo pedirle al ciclismo, me siento la persona más orgullosa y feliz del mundo por lo que he conseguido. He tenido una carrera muy larga, con momentos buenos, peores, pero los buenos me compensaban.

Elija algún momento bueno.
Tengo muchos. Por decir uno, el GP Miguel Indurain -ganó en 2001, 2002 y 2015- porque de la primera a la última pasaron más de diez años y eso lo pueden decir pocos corredores, volver a ganar diez años después, y ganar al Movistar en su carrera. Y estar en el podio con mi familia fue uno de los momentos más bonitos que recuerdo.

Llevando botellines en el Tour de Guangxi, su última carrera. Foto: Tim de Waele / Team Katusha-Alpecin.

¿Cuánto ha cambiado el ciclismo en dos décadas?
Ha cambiado muchísimo. Empezando por los entrenamientos. Ahora la gente va más controlada, nos cuidamos mucho más, con preparadores, dietistas… Una de las cosas por la que los ciclistas alargamos más nuestra carrera deportiva es por eso, vamos mucho más controlados, el esfuerzo se regula más. Antes era salir sin más, sin una planificación, sin vatios. En cuanto al material también ha cambiado, sobre todo la ropa, no tanto las bicis, aunque tanta diferencia no he notado.

¿Qué ha supuesto Joaquim Rodríguez en su carrera?
Yo pensaba que nunca iba a volver a un equipo ProTour. Decía ‘estoy en un equipo normal hasta que me canse o gane menos dinero de lo que puedo ganar trabajando’. El conocer a Joaquim para mí supuso mucho. Me acuerdo que fue en el Giro de Italia, en una carretera larga, me preguntó ‘¿cómo lo tienes para el año que viene?’ Y yo le respondí que iba a firmar pronto -tres días antes había ganado la etapa del Giro-. ‘Espera un poco’, me dijo. Yo pensaba que me está tomando el pelo. Por la noche me pidió la clave del pasaporte (biológico). Y al siguiente día me mandó una mensaje ‘Angel, ya está hecho, cuando termine el Giro te mandan los contratos’. Así que yo estaré toda la vida muy agradecido a Joaquim por lo que ha hecho por mí. La amistad sigue, nos vemos casi todos los días en Andorra.

Vicioso, con Joaquim Rodríguez detrás en la Vuelta a España 2015. Foto: Tim de Waele / Team Katusha-Alpecin.

¿Os queda la espina de no haber ganado una gran vuelta?
Es verdad. Perder aquella Vuelta a España para mí fue un palo muy gordo. Para él por dentro también, pero no se le notaba. Eso hubiese sido la guinda. Yo me acuerdo que un año que éramos imbatibles, los cuatro (ndlr: Joaquin Rodríguez, Alberto Losada, Dani Moreno y Vicioso-, era como el Sky ahora, íbamos a la carreras y andábamos muchísimo. Siempre estábamos juntos en las concentraciones. Yo me iba tan feliz y eso que eran 20 días concentrados y directamente a las clásicas, sin pasar por casa, un mes en total.