¿A qué me enfrento?

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Nieve consiguió un agónico triunfo. Foto: Giro Italia

¿Cuánto queda al alto?, ¿cuántos kilómetros?, ¿qué desnivel total?, ¿los puertos se concentran al principio o al final de la etapa?, ¿qué temperatura va a hacer?… y muchas más preguntas de este tipo antes de realizar una prueba o competir en una carrera son muy típicas ante un nuevo reto. Todas ellas tienen como objetivo común responder a una sola pregunta: ¿A qué me enfrento?

El ciclismo es un deporte practicado al aire libre, en espacios diferentes, abiertos y cambiantes. No hay una cancha o terreno de juego, como en el baloncesto o el fútbol. Esta característica aumenta el grado de incertidumbre de la competición o prueba, por lo que tener respuesta a estas preguntas es una ventaja para el deportista.

Nos ayudará a conocer a lo que nos enfrentamos, permitiéndonos prepararnos mentalmente, crear una estrategia (táctica, nutricional, de esfuerzo,…) y tener un plan para diferentes escenarios. Igualmente, y siempre valorándolo junto a nuestras debilidades o cualidades a mejorar, nos guiará a la hora de prepararnos físicamente también. Las características de la prueba son la primera referencia para programar los entrenamientos.

¿Cuáles son los datos que se valoran?

Vivimos en la era de la información, la cantidad de datos que cada día nos rodea es tan basta que la obviamos o automatizamos inconscientemente. En el ciclismo nos encontramos dos tipos de información, la que arroja el recorrido de la prueba y la derivada del rendimiento de los ciclistas. A la que habría que añadir la meteorológica, que solo podremos verificar días antes y que, sin duda, tiene gran efecto en la prueba (viento, lluvia, nieve, frío, calor extremo).

La primera de ellas la conocemos en el momento en que se desvela el recorrido de la competición. Distancia, desnivel acumulado, altitudes de paso, puertos, carreteras, curvas o rectas significativas, características de los últimos kilómetros, etc… nos darán una primera idea de cómo puede que se decida la prueba.

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Nieve celebra la victoria con los auxiliares del equipo. Foto: Giro Italia

Por ejemplo, sabíamos que la 15ª etapa del Giro de Italia 2011, con final en Gardeccia-Val di Fassa y ganada por Mikel Nieve iba a suponer un reto deportivo y una prueba de resistencia para los ciclistas. Estaban previstos 229 kilómetros con cinco puertos de alta montaña, de los que tres superaban los 1.900 metros de altitud y un desnivel acumulado de casi 7.000 metros.

Por otro lado, tendremos los datos derivados de la disputa de la competición, que estarán directamente condicionados por el rendimiento de los ciclistas, el devenir de la prueba y las condiciones climatológicas. Se tratan de la duración y diferencias, la clasificación, los datos de potencia absoluta y relativa (vatios/kilo) y todos sus derivados (Trabajo (Kj), Potencia normalizada, Factor de intensidad, TSS, etc…), así como la frecuencia cardiaca. Con los potenciómetros y GPS podemos conocer desde la velocidad máxima del sprint o potencia máxima desarrollada hasta el gasto calórico de la etapa más dura de una gran vuelta.

Nieve necesitó casi 7 horas y media para ganar la 15ª etapa del Giro de Italia 2011 –un día antes Igor Antón había vencido en el Zoncolan-, la grupeta, 8 horas y 15 minutos. En meta, superó a Garzelli (a 1:41) y a Contador (luego descalificado el español). Para culminar su larga fuga, el ahora corredor del Team Sky, entonces en el Euskaltel-Euskadi, subió Gardeccia en 25 minutos y 49 segundos, por lo que estimamos en 4,79 w/kg su rendimiento en la subida. Lejos de los 6,25 w/kg en 25 minutos de los lideres disputando el puerto final en una etapa de media montaña, pero lógico tras una etapa de larguísima duración y todo el día en fuga.

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